Los portadores asintomáticos son personas que están infectadas con un patógeno pero no muestran signos ni síntomas. Estos portadores desempeñan un papel clave en la transmisión de enfermedades infecciosas comunes, como la fiebre tifoidea, el VIH, el Clostridium difficile intestinal, la gripe, el cólera, la tuberculosis y el reciente COVID-19, que ha atraído una atención generalizada. Esto ha generado temores y dudas en la opinión pública sobre las infecciones ocultas, sobre todo porque muchos portadores no saben que se han convertido en fuentes potenciales de infección. ¿Qué secretos se esconden aquí?
“Los portadores asintomáticos plantean desafíos considerables en los programas de salud pública”.
Los portadores asintomáticos se pueden clasificar según su estado actual de enfermedad. Cuando un individuo propaga rápidamente el patógeno después de la infección pero aún no ha desarrollado síntomas, se le llama "portador latente". Los seres humanos también pueden volver a transmitir la enfermedad después de un período de enfermedad, y estos individuos, que a menudo piensan que se han recuperado, se denominan "portadores en recuperación". Ciertas enfermedades virales, como la hepatitis y la polio, suelen transmitirse de esta manera.
Los "portadores sanos" nunca muestran signos o síntomas de la enfermedad, pero aún así son capaces de infectar a otros.
Los datos limitados sobre la prevalencia de portadores asintomáticos dificultan la planificación de la salud pública. Dado que la vigilancia de enfermedades se basa en estimaciones de casos asintomáticos y sintomáticos, la falta de información sobre la prevalencia de los portadores puede dar lugar a medidas de salud pública inadecuadas. Por ejemplo, una enfermedad con una prevalencia asintomática baja conocida puede provocar una mayor vigilancia de los casos sintomáticos, mientras que una prevalencia asintomática más alta puede provocar medidas más agresivas, como prohibiciones de viaje y cuarentenas obligatorias.
Si bien la explicación exacta del transporte asintomático no está clara, los investigadores todavía están trabajando para comprender cómo prosperan bacterias específicas en el cuerpo humano en un esfuerzo por identificar mecanismos comunes de transmisión asintomática.
Múltiples estudios han demostrado que la Salmonella puede sobrevivir dentro de las células inmunes y alterar sus sistemas metabólicos para propagar aún más la enfermedad. Utilizando una bacteria estrechamente relacionada (S. typhimurium), los científicos han podido crear un modelo de ratón que imita los casos de salmonella persistente observados en portadores de fiebre tifoidea.
"La capacidad de supervivencia de Salmonella está estrechamente relacionada con su capacidad para esconderse en macrófagos antiinflamatorios."
La bacteriuria asintomática es una afección que normalmente afecta a entre el 3% y el 5% de las mujeres, y los grupos más vulnerables incluyen a las personas mayores y a las personas con diabetes. El análisis mostró que entre las mujeres el riesgo de bacteriuria aumenta con la edad.
Los portadores asintomáticos propagan aún más muchas enfermedades infecciosas. Según el principio general en epidemiología, la regla 80-20 establece que el 80% de la transmisión de enfermedades la realiza sólo el 20% de la población. Por ejemplo, la fiebre tifoidea, el VIH y otras enfermedades infecciosas comunes muestran esta tendencia.
“Los portadores asintomáticos desempeñan un papel importante en la propagación de la enfermedad.”
La existencia de portadores asintomáticos hace que el mundo se enfrente a amenazas ocultas para la salud. Siguen a la sociedad como una sombra y afectan la formulación e implementación de políticas de salud pública. A medida que nuestra comprensión de estos portadores continúa profundizándose, la gente piensa: ¿Cómo podemos protegernos mejor a nosotros mismos y a la sociedad de amenazas tan ocultas?