Desde la antigüedad, la comunidad económica ha luchado con una pregunta básica: cuando se enfrentan a opciones, ¿las personas son máquinas racionales o criaturas impulsadas emocionalmente? La economía del comportamiento responde a esta pregunta profundizando en los factores psicológicos que influyen en los individuos o las instituciones en sus procesos de toma de decisiones, incluida la cognición, las emociones y las interacciones sociales, y revelando cómo estas decisiones se desvían de las predicciones de la teoría económica tradicional.
La economía conductual se dedica a comprender por qué los humanos no siempre tomamos las decisiones más racionales a la hora de tomar decisiones económicas, y todo esto se debe a diversas trampas psicológicas y sesgos cognitivos.
Los orígenes de la economía conductual se remontan a economistas del siglo XVIII como Adam Smith, quien exploró cómo los deseos influyen en el comportamiento económico. En las décadas de 1970 y 1980, la economía del comportamiento emergía como una disciplina bien establecida. Este campo combina conocimientos de la psicología, la neurociencia y la microeconomía para comprender mejor el comportamiento económico humano.
La racionalidad limitada es un concepto central en la economía del comportamiento. Cree que la racionalidad que un individuo puede lograr al tomar decisiones está sujeta a la disponibilidad de información, las limitaciones cognitivas y la presión del tiempo. Herbert Simon presentó este punto de vista y enfatizó que cuando se enfrentan a opciones, las personas pueden abandonar la solución óptima en busca de conveniencia, lo que se llama "satisfacción".
La racionalidad limitada establece que los tomadores de decisiones a menudo no evalúan adecuadamente todas las opciones disponibles y, en cambio, eligen una solución aceptable. Tal proceso de toma de decisiones puede conducir a resultados subóptimos.
En 1979, Daniel Kahneman y Amos Tversky propusieron la teoría de las perspectivas, que utiliza la psicología para explicar las desviaciones de la teoría clásica en la toma de decisiones económicas. Destacan tres puntos principales, incluida la “aversión a la pérdida”: el dolor de una pérdida supera el placer de la correspondiente ganancia.
La teoría del empujón es la intersección de la ciencia del comportamiento y la economía. Explora principalmente cómo dar forma al entorno de elección para influir en el comportamiento. Este concepto recibió amplia atención en el libro de Richard Thaler y Cass Sunstein Nudge: Decisiones para mejorar la salud, la riqueza y la felicidad. La idea central de los empujones es cambiar la arquitectura de elección para que motive a las personas a tomar decisiones más deseables.
Nudgement no se trata de coerción, sino de diseñar un entorno que permita a las personas tomar mejores decisiones sin coerción.
Aunque la economía del comportamiento ha ganado considerable atención, también ha enfrentado muchas críticas. Los críticos dudan de la ciencia detrás de la teoría del empuje y temen que esta forma de manipular la elección pueda erosionar las libertades personales. Cuestionan si la economía del comportamiento puede realmente mejorar los procesos de toma de decisiones o simplemente reemplazar las teorías anteriores.
El núcleo de la economía del comportamiento es explorar cómo las características psicológicas y cognitivas únicas de los seres humanos desempeñan un papel en el proceso de toma de decisiones. Ya sea la teoría del empujón o la teoría de las perspectivas, este campo nos está haciendo repensar la naturaleza del comportamiento económico. En el futuro, con el desarrollo de la ciencia y la tecnología y el avance de la psicología, ¿podremos encontrar un método más racional para comprender el proceso de toma de decisiones humanas?