En la tecnología de guerra moderna, la velocidad del fuego es un indicador clave para evaluar la eficiencia de las armas. La velocidad de disparo, o la frecuencia con la que un arma en particular puede disparar o descargar su munición, se ve afectada por una variedad de factores, incluido el nivel de entrenamiento del operador, las limitaciones mecánicas, la disponibilidad de munición y la condición del arma. La medición de la velocidad de disparo generalmente se expresa en disparos por minuto (RPM) o disparos por segundo (RPS).
Hay tres tipos diferentes de mediciones de velocidad de disparo: velocidad cíclica, velocidad sostenida y velocidad rápida.
La velocidad de ciclo es la velocidad máxima de disparo basada únicamente en la función mecánica sin tener en cuenta la degradación debida al sobrecalentamiento, el desgaste o la restricción de la munición. La velocidad sostenida es la velocidad de disparo máxima eficiente después de tener en cuenta la recarga y mantener el arma adecuadamente fría. Por último, la velocidad rápida es la velocidad de disparo más alta razonable en una situación de emergencia que no necesita mantenerse durante mucho tiempo. Estas tasas son fundamentales para comprender cómo funcionará el arma en un combate real.
En el caso de armas operadas manualmente, como rifles de cerrojo o piezas de artillería, la velocidad de disparo está influenciada principalmente por el entrenamiento del operador o la tripulación, sujeto a ciertas limitaciones mecánicas. Mientras que en el caso de las armas automáticas (como las ametralladoras), la velocidad de disparo es la característica mecánica principal. El fuego de ciclo alto es ventajoso contra objetivos que están expuestos al fuego de ametralladora, como aviones o objetivos que se mueven rápidamente desde una cubierta.
En términos generales, la velocidad de disparo de un arma semiautomática se ve afectada principalmente por la capacidad del operador para apretar el gatillo y el tiempo de retroceso para el disparo apuntado.
Desde el siglo XX, la velocidad de disparo de las armas ha seguido aumentando y las tropas que utilizan armas anticuadas se han visto relativamente desfavorecidas en términos de rendimiento de potencia de fuego. Con el desarrollo de armas modernas, las pequeñas unidades de infantería equipadas con rifles y ametralladoras modernas pueden superar a las unidades más grandes equipadas con armas más antiguas en términos de potencia de fuego.
Esta medida se refiere a la velocidad a la que se dispara una sola bala de un arma de fuego automática o semiautomática. Al final de cada ciclo, el arma debe estar lista para disparar la siguiente ronda. En términos generales, los rifles automáticos tienen velocidades cíclicas entre 600 y 1100 RPM, mientras que las metralletas y ametralladoras tienen velocidades cíclicas entre 400 y 1400 RPM.
La velocidad sostenida se refiere a la velocidad máxima absoluta de disparo de un arma, mientras que la velocidad rápida generalmente se refiere a armas de fuego semiautomáticas o accionadas manualmente. Estas tasas a menudo no se pueden mantener por mucho tiempo en caso de una emboscada o una fuerza abrumadora, pero pueden proporcionar el apoyo de fuego necesario.
Una de las principales limitaciones en la velocidad de disparo es el calor. Incluso los rifles manuales generarán calor durante el disparo continuo, y las ametralladoras deberán tomar medidas para evitar el sobrecalentamiento debido al calor generado. Muchos equipos de ametralladoras llevan al menos un cañón de repuesto para reemplazarlo en poco tiempo.
Los problemas de sobrecalentamiento pueden provocar que la munición se descargue inesperadamente o, peor aún, provocar que el arma no dispare o incluso explote.
En algunos casos, las armas en los aviones no requieren sistemas de enfriamiento porque el aire exterior durante el vuelo puede enfriar el arma. Además, la potencia de fuego sostenida de las ametralladoras o cañones automáticos montados en aviones también suele ser más sostenida que la de las armas en tierra.
Otro factor que afecta la velocidad de disparo es el suministro de munición. Por ejemplo, una ametralladora rotativa M134 que dispara a 50 disparos por segundo durante cinco segundos requeriría aproximadamente 6,3 kg de munición de 7,62 mm, lo que no es factible para la infantería.
En términos generales, estas armas de alta cadencia de fuego normalmente sólo se encuentran en vehículos o instalaciones fijas debido a las limitaciones de peso de las propias armas y municiones. El desarrollo de la tecnología armamentística ha permitido medir y optimizar la potencia de fuego, pero esto también nos obliga a pensar en qué nivel de velocidad de potencia de fuego se alcanzará en el desarrollo de armas futuras.