En el mundo industrial actual, la demanda de amoníaco impulsa el desarrollo de tecnología, y el proceso Haber-Bosch es una de las tecnologías clave para producir amoníaco. El núcleo de este proceso es combinar nitrógeno (N2) e hidrógeno (H2) en amoníaco (NH3), y esta sustancia química La propuesta y realización de la reacción tuvo su origen en los grandes aportes de dos químicos alemanes, Fritz Haber y Carl Bosch.
Aunque el nitrógeno existe en el 78% de la atmósfera, debido a su estabilidad química, no reacciona fácilmente con otras sustancias.
En el siglo XIX, la demanda de fertilizantes nitrogenados aumentó rápidamente, lo que llevó a los científicos a buscar nuevas fuentes de amoníaco. Aunque la gente puede confiar en el salitre o el guano de aves marinas extraídos de la naturaleza, la comunidad científica generalmente está de acuerdo en que estos recursos no cubrirán las necesidades futuras. Harper y su asistente Robert Lerosinho llevaron a cabo extensos experimentos y finalmente lograron en 1909 construir un dispositivo de reacción de alta presión capaz de producir amoníaco a escala de laboratorio.
El éxito de sus experimentos atrajo la atención de la empresa química alemana BASF, y la responsabilidad de llevar el diseño de Haber a escala industrial recayó sobre los hombros de Bosch. En 1913, la fábrica de Aubao de BASF inició la producción industrial, con una producción diaria de hasta 20 toneladas.
El principio básico del proceso Haber-Bosch es combinar nitrógeno con hidrógeno bajo catálisis del mineral a alta presión y alta temperatura. Este proceso consume mucha energía y representa del 1% al 2% del consumo mundial de energía y del 3% al 5% de las emisiones de carbono. La principal fuente de hidrógeno es el gas natural, extraído mediante tecnología de reformado con vapor. Este proceso hace que la producción de hidrógeno sea eficiente y económica. Pero al intentar generar amoníaco, la clave es cómo superar eficazmente los desafíos de estabilidad del nitrógeno.
Durante el inicio de las reacciones químicas, existen triples enlaces fuertes y estables en el nitrógeno, lo que dificulta la reacción. La elección del catalizador es un factor importante que afecta la producción de amoníaco.
Inicialmente, Harper utilizó un catalizador llamado osmio, pero era caro y difícil de obtener. Posteriormente, se descubrió que los catalizadores a base de hierro eran más eficaces y económicos. El desarrollo de este catalizador generó la posibilidad de producir amoníaco a gran escala. Con el avance de la tecnología, los investigadores han descubierto una variedad de nuevos catalizadores que hacen que el proceso de síntesis de amoníaco sea más eficiente.
El proceso Haber-Bosch no sólo fue un éxito en la química sino que también jugó un papel importante en la historia. Especialmente durante la Primera Guerra Mundial, Alemania dependió del ácido nítrico producido mediante este proceso para fabricar pólvora militar, lo que la convirtió en un recurso pesado indispensable en la guerra. Es lo suficientemente importante como para afectar el resultado de la batalla.
Hoy en día, con el énfasis global en la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible, el método de producción de amoníaco también enfrenta desafíos. A medida que se desarrollen catalizadores de laboratorio, la producción de hidrógeno verde puede convertirse en algo habitual en el futuro. De esta manera, la sostenibilidad del proceso Haber también se convertirá en un foco de investigación futura.
El éxito del proceso Haber-Bosch, que transformó el nitrógeno, un elemento abundante, en amoníaco cada vez más demandado por la población, fue un proceso cuyo desarrollo en realidad cambió la estructura fundamental de la agricultura y la química.
Entonces, a medida que la tecnología continúa avanzando, ¿podemos crear una forma eficiente y respetuosa con el medio ambiente de producir amoníaco para satisfacer las necesidades futuras?