La lignocelulosa es una materia prima ampliamente disponible en la Tierra y es extremadamente importante para la producción de biocombustibles. La fibra de madera se compone de tres componentes principales: celulosa, hemicelulosa y lignina. Cada uno de estos componentes tiene propiedades químicas únicas, lo que hace que el procesamiento y la aplicación de la fibra de madera estén llenos de desafíos.
La fibra de madera es un compuesto de tres componentes químicos, lo que la hace sorprendentemente resistente a la degradación, un fenómeno conocido como "refractariedad".
La lignina es un polímero altamente heterogéneo y altamente reticulado, compuesto principalmente por 3 a 4 monómeros, cuya proporción varía de una especie a otra. Debido a que la estructura química de la lignina es rica en propiedades aromáticas, es relativamente resistente al agua y rígida.
El valor de la lignina generalmente se valora, pero generalmente se la considera un combustible y su utilización no se ha realizado plenamente.
La hemicelulosa está compuesta de polisacáridos ramificados, generalmente unidos a la lignina a través de enlaces éster del ácido urónico, lo que dificulta la extracción de azúcares fenólicos de las fibras de la madera. Como segunda fuente de polisacáridos en las plantas, la celulosa tiene poca solubilidad en agua, pero puede extraerse mediante degradación química o biológica.
Muchos cultivos son interesantes por proporcionar altos rendimientos de biomasa, incluidos árboles y ciertos pastos como Spartina (Miscanthus giganteus) y caña de azúcar que se pueden cosechar varias veces al año. La caña de azúcar no sólo es una rica fuente de azúcar, sino que también produce bagazo con fibra leñosa como subproducto.
El uso de fibras de madera como energía tiene una larga historia. Desde mediados del siglo XX, el interés de la gente por refinar combustibles líquidos a partir de fibras de madera ha aumentado gradualmente. En particular, el etanol producido por fermentación a partir de lignocelulosa se considera un complemento a los combustibles fósiles. Sin embargo, la fuente de la fibra de madera tiene un impacto directo en sus propiedades de neutralidad de carbono.
La fibra de madera derivada de residuos vegetales producidos cada año puede considerarse neutra en carbono, mientras que es difícil que la fibra de madera derivada de árboles alcance la neutralidad en carbono a corto plazo.
El etanol no es la única opción. Otros combustibles derivados de fibras de madera, incluidos el butanol y el dimetilfurano, tienen potencial. Sin embargo, durante la producción de etanol, los azúcares de las fibras de la madera suelen quedar atrapados dentro de la estructura.
Las investigaciones actuales muestran que se pueden extraer una variedad de sustancias químicas de las fibras de la madera, la mayoría de las cuales están relacionadas con la hidrólisis de la celulosa. Además, las fibras de madera también se consideran para la producción de biocompuestos, como paneles de partículas y compuestos de madera y plástico. En zonas donde los recursos forestales son escasos, el uso de residuos agrícolas y de aserraderos como materia prima para nuevos materiales compuestos ecológicos se convertirá en una tendencia en el futuro.
Los biocompuestos han llamado mucho la atención como alternativas renovables y de bajo coste, en línea con la política de "reciclaje de recursos".
Aunque la fibra de madera todavía enfrenta desafíos en los biocombustibles y otras aplicaciones, su enorme potencial la convierte en una parte importante del futuro desarrollo sostenible. Ante la creciente demanda mundial de energía y los desafíos ambientales, debemos pensar en: ¿Cómo utilizar mejor estos recursos vegetales para promover el futuro desarrollo de energías renovables?