En Estados Unidos, la carrera de una enfermera estuvo llena de crímenes horribles. Charles Edmund Cullen, un enfermero aparentemente normal, oculta la malvada identidad de un asesino en serie. Es posible que el hombre de 45 años se haya cobrado la vida de decenas o incluso cientos de pacientes mientras trabajaba en varios centros médicos en Nueva Jersey y Pensilvania entre 1988 y 2003. Su historia hace pensar profundamente, ¿cuál es la fuerza impulsora que lleva a una enfermera a este camino oscuro?
En entrevistas con la policía y psiquiatras, Charles Cullen admitió que pudo haber matado hasta 400 pacientes, pero la causa de muchas muertes no pudo ser confirmada debido a la falta de registros completos de los casos.
Charles Cullen nació el 22 de febrero de 1960 en West Orange, Nueva Jersey. El menor de ocho hermanos, provenía de una familia católica de clase trabajadora. Su padre murió cuando Charles tenía siete meses y su madre murió en un accidente automovilístico cuando él tenía 17 años. Estos sacrificios ensombrecen su infancia. Recordó haber sido intimidado por sus compañeros de clase y el novio de su hermana, e intentó suicidarse por primera vez a la edad de nueve años.
En 1984, después de recibir su estatus de veterana médica, Karen se matriculó en la escuela de enfermería. Se graduó como presidente de su clase y comenzó a trabajar en el Centro Médico St. Barnabas en Nueva Jersey en 1987. En los primeros años, se le consideraba un enfermero talentoso, pero su comportamiento cada vez más errático empezó a inquietar a quienes lo rodeaban.
Las sugerencias de que la esposa de Karen lo había acusado de abusar de la mascota de la familia y sospechaba que podría estar poniendo en peligro a ella y a sus hijos no fueron tomadas lo suficientemente en serio.
El 11 de junio de 1988, el primer asesinato confirmado de Cullen ocurrió cuando le dio una sobredosis a un paciente. Luego mató a varios pacientes más en el Centro Médico St. Barnabas. Aunque el hospital inició una investigación, Cullen escapó de acciones legales por primera vez en su carrera porque fue rápidamente trasladado a otras instalaciones médicas. Durante los años siguientes, Cullen trabajó en varias instituciones médicas mientras continuaba cometiendo asesinatos, incluso abandonó el Centro Médico St. Barnabas en 1992 debido a una investigación del hospital.
En 2003, Cullen fue arrestado en el Somerset Medical Center, el último hospital donde trabajó. Tras ser informado por sus compañeros, la policía comenzó a investigarlo. Fue arrestado en una fiesta en un restaurante y finalmente admitió haber matado al menos a 13 pacientes durante sus 16 años de carrera. Este asombroso viaje criminal lo vio enfrentarse a 18 cadenas perpetuas consecutivas antes de ser sentenciado en 2006.
Cullen dijo al tribunal que lo hizo porque quería "evitar al paciente el dolor del paro cardíaco o respiratorio", lo cual era una razón impactante.
El caso de Charles Cullen provocó cambios en las leyes en Nueva Jersey y Pensilvania destinados a aumentar la supervisión de los trabajadores de la salud y exigir la notificación inmediata de muertes sospechosas. Esto también nos permitirá proteger mejor la seguridad de los pacientes en el futuro y evitar que vuelvan a ocurrir tragedias similares.
La historia de Charles Cullen no es sólo una dolorosa lección sobre un asesino en serie, sino también una profunda reflexión sobre el sistema médico. En la búsqueda de la seguridad del paciente, ¿cómo podemos garantizar que los trabajadores médicos no repitan los errores del pasado y se conviertan en una amenaza para las vidas que se supone deben salvar?