El complejo Burkholderia cepacia (BCC) es un grupo de bacterias Gram-negativas que incluye B. cepacia y al menos veinte especies diferentes bioquímicamente similares. Estas bacterias son conocidas por su capacidad para producir enzimas catalíticas y no fermentar la lactosa. Los miembros de BCC pueden contribuir al desarrollo de neumonía en personas con sistemas inmunológicos debilitados, particularmente aquellos con enfermedades pulmonares subyacentes como fibrosis quística o enfermedad granular crónica. Incluso los pacientes jóvenes con talasemia corren riesgo de infección.
Estas bacterias no solo representan una amenaza para los humanos, sino que también pueden atacar plantas jóvenes de cebolla y tabaco y tienen una capacidad asombrosa para descomponer los aceites.
El complejo Bakerella incluye especies de B. cepacia, B. multivorans, B. cenocepacia, B. vietnamiensis, B. stabilis, B. ambifaria, B. dolosa, B. anthina, B. pyrrocinia y B. ubonensis, etc. . Estas bacterias se encuentran comúnmente en el agua y el suelo y pueden sobrevivir en ambientes húmedos durante largos períodos de tiempo, lo cual es una de las razones por las que son difíciles de erradicar.
Vale la pena señalar que BCC es resistente a desinfectantes comunes como povidona yodada, trifluorofluoruro, clorhexidina y sales de amonio cuaternario.
Los factores causantes del CBC incluyen la adhesión a superficies plásticas y la capacidad de secretar varias enzimas como la elastasa y la gelatinasa. Estas bacterias son resistentes al ataque de los glóbulos blancos, lo que las hace más transmisibles en entornos sanitarios. Debido a que se ha confirmado la transmisión de persona a persona, muchos hospitales y clínicas han implementado estrictas medidas de aislamiento para los pacientes infectados con BCC para evitar el rápido deterioro de la enfermedad.
Después de la infección, los pacientes suelen ser tratados en un área aislada de los pacientes no infectados para reducir el riesgo de propagación de la infección, ya que la infección por BCC puede provocar una rápida disminución de la función pulmonar e incluso la muerte.
El diagnóstico de BCC generalmente requiere el cultivo de bacterias a partir de muestras clínicas, más comúnmente usando agar de Baker (agar BC), que inhibe el crecimiento de cocos grampositivos y otras bacterias gramnegativas.
El tratamiento para el CBC generalmente incluye una variedad de antibióticos, que posiblemente incluyan ceftazidima, minociclina, piracilina, meropenem, cloranfenicol y difenilprazol/sulfametoxazol (terapia combinada). Aunque el difenilprazol se considera ampliamente el fármaco de elección para las infecciones por B. cepacia, en determinadas circunstancias se pueden considerar otras alternativas.
Es importante señalar que el BCC es inherentemente resistente a muchos antibióticos comunes, como los aminoglucósidos y la polimixina B, lo que puede dificultar el tratamiento.
La Burkholderia fue descubierta por primera vez por Walter Burkholder en 1949 como la causa de la pudrición de la cebolla, y fue descrita por primera vez como un patógeno humano en la década de 1950. La bacteria se aisló por primera vez de pacientes con fibrosis quística en 1977 y se conoció como Pseudomonas cepacia. En la década de 1980, los brotes de la enfermedad de Baker entre pacientes con fibrosis quística, con una tasa de mortalidad del 35%, despertaron una preocupación generalizada en la comunidad médica.
El genoma de Bakerella es muy grande y contiene el doble de material genético que el de E. coli, lo que la hace más adaptable y capaz de sobrevivir. Las concentraciones utilizadas como conservantes en productos farmacéuticos acuosos suelen ser insuficientes para matar o incluso inhibir la proliferación de BCC.
Al enfrentarse a este patógeno persistente, muchos expertos están empezando a reflexionar sobre cómo podemos gestionar y tratar más eficazmente estas infecciones. En el futuro, ¿podremos encontrar una forma más eficaz de combatir este patógeno persistente y proteger la salud de la sociedad en general?