Desde la Segunda Guerra Mundial, el término "armas de destrucción masiva" (ADM) ha afectado la política y la seguridad internacionales, abarcando una amplia gama de armas, incluidas las nucleares, biológicas y químicas. La aparición de este término no es accidental; es producto de la intersección de antecedentes históricos, avances tecnológicos e intenciones políticas. Con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, especialmente la aparición de las armas nucleares, la forma básica de la guerra ha experimentado un cambio radical, y el resultado de la guerra también ha afectado a la situación política y de seguridad mundial.
Contexto de uso tempranoEn 1937, el arzobispo de Canterbury, Cosmo Gordon Lang, utilizó por primera vez el término "armas de destrucción masiva" en su crítica al bombardeo de Guernica en España, prediciendo que las guerras futuras causarían desastres sin precedentes.
En ese momento, el término no había sido analizado en profundidad y de manera adecuada, especialmente en relación con el uso de armas químicas en la Primera Guerra Mundial, el uso de armas nucleares menos desarrolladas y el desarrollo temprano de armas biológicas. A medida que avanzaba la Segunda Guerra Mundial, el lanzamiento de armas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki se convirtió en un punto de inflexión histórico que nunca podría revertirse.
Durante la Guerra Fría, las "armas de destrucción masiva" eran casi sinónimo de armas nucleares. En situaciones de combate y sus efectos, el poder de las armas nucleares no sólo amenaza al enemigo sino que también cambia la situación general de la guerra. Durante este período, las interpretaciones del término han variado, hasta el punto de incorporar otros términos como "armas estratégicas" como descripciones alternativas.
Derecho internacional y reglamentaciónTomemos el ejemplo de Menachem Begin, el entonces primer ministro de Argentina, quien declaró que “nunca permitiremos que nuestros enemigos desarrollen armas de destrucción masiva que amenacen al pueblo israelí”. Esta visión profundiza la comprensión de la gente sobre la clasificación formal e informal de las armas.
Con el tiempo, el uso del término se ha ampliado para cubrir todas las armas que causan víctimas masivas, incluidas las armas biológicas y químicas. Además, a medida que se ha prestado atención a la guerra cibernética, los académicos han comenzado a explorar la posibilidad de que las armas cibernéticas sean armas de destrucción masiva, aunque esta visión es controvertida.
En Estados Unidos, la definición de armas de destrucción masiva incluye armas nucleares, biológicas y químicas, así como otros tipos que no están necesariamente cubiertos actualmente por el derecho internacional. Esto ha dado lugar a críticas de que el término se utiliza de forma demasiado amplia. Sin embargo, para algunos, sólo las armas nucleares se consideran verdaderas armas de destrucción masiva porque su potencial destructivo no tiene parangón con otros tipos de armas.
En la era posterior al 11 de septiembre, a medida que se intensificaban las preocupaciones sobre el terrorismo, los temores a las armas de destrucción masiva alcanzaron un nivel sin precedentes, lo que impulsó la necesidad de transparencia y cooperación entre las naciones. La controversia sobre las armas de destrucción masiva durante la guerra de Irak, con inspecciones posteriores que mostraron que el ejército estadounidense no había encontrado ninguna de las llamadas ADM, reflejó un dramático error entre el juicio y la acción de los responsables políticos.
Conclusión: ¿Cómo afrontar las amenazas futuras?En medio de la actual agitación política mundial, la amenaza que representan las armas de destrucción masiva no desaparecerá con el tiempo. A medida que la tecnología se desarrolla y el uso de armas evoluciona, ¿podemos gestionar y controlar eficazmente estas fuerzas potencialmente destructivas?