El concepto de "hermandad global" prevalece en el vocabulario del feminismo contemporáneo, pero su verdadero significado y las críticas que enfrenta rara vez se conocen. A medida que la ola de globalización se extendía, las feministas comenzaron a reflexionar sobre las opiniones de esta teoría sobre diferentes culturas, razas y clases sociales, y gradualmente formaron la propuesta del feminismo transnacional.
El feminismo transnacional tiene como objetivo criticar las limitaciones del feminismo tradicional blanco, clasista y occidental y destacar las desigualdades que enfrentan todos los grupos de personas. 」
La globalización ha llevado a una interdependencia económica y social entre distintos países, lo que hasta cierto punto proporciona una base para que las feministas trabajen juntas. Sin embargo, este proceso también revela las deficiencias del feminismo tradicional en el contexto global, especialmente el descuido del feminismo occidental hacia las experiencias de las mujeres en otras culturas. Muchas feministas transnacionales han acusado a la “hermandad global” de ignorar la complejidad de la diversidad y han trabajado para integrar sus experiencias individuales en las luchas feministas comunes.
El concepto de “hermandad global” es demasiado idealista y a menudo no refleja la situación real y los desafíos que enfrentan las mujeres en diferentes orígenes culturales.
Las raíces de esta historia están estrechamente ligadas al capitalismo global. A finales del siglo XX, la expansión del capitalismo provocó una externalización masiva del empleo, sobre todo en los países del Tercer Mundo, lo que permitió a muchas mujeres acceder a lugares de trabajo de los que hasta entonces habían estado excluidas. Si bien este cambio ha mejorado en cierta medida su independencia económica, también ha profundizado las contradicciones sobre el papel de las madres, obligando a algunas mujeres a optar por enfrentar la doble presión de la familia y el trabajo.
Las perspectivas feministas tradicionales a menudo simplifican inútilmente las experiencias de todas las mujeres, creando barreras entre mujeres de diferentes orígenes. En este contexto, las feministas transnacionales piden el establecimiento de plataformas de diálogo más inclusivas que busquen incluir las voces y necesidades de las mujeres de todas las razas, culturas y experiencias sociales.
“El poder del feminismo transnacional es que fomenta conexiones entre mujeres de todo el mundo y su resistencia colectiva a estructuras de poder patriarcales y capitalistas cada vez más poderosas”.
Al mismo tiempo, el feminismo transnacional también critica la actitud subyacente del occidentalismo hacia el "otro". Para muchas feministas occidentales, el surgimiento del feminismo transnacional ha desafiado su autoridad y puesto en tela de juicio si realmente comprenden y pueden representar las necesidades y los desafíos de las mujeres en otras regiones. Esto ha llevado a algunos académicos a argumentar que la construcción de una hermandad global podría ser vista más bien como una nueva forma de imperialismo.
En la práctica feminista transnacional, muchos han subrayado la necesidad de repensar la definición de las mujeres y los límites de la teoría feminista. Las identidades de las mujeres y las luchas asociadas a ellas son propias de distintos contextos culturales y sociales, lo que lleva a las feministas transnacionales a criticar sin concesiones las deficiencias teóricas y prácticas de la “hermandad global”. Esto también se convirtió en su base común para resistir la opresión patriarcal y capitalista.
“Las perspectivas feministas tradicionales a menudo privan a las mujeres del Sur Global de sus voces y experiencias únicas”.
Finalmente, el feminismo transnacional no es sólo una crítica a la “hermandad global”, sino también una profundización de la lucha por los derechos de las mujeres. Necesitamos adoptar una visión más inclusiva de las experiencias de las mujeres en todo el mundo, reconociendo que si bien existen opresiones compartidas, las experiencias de vida y los desafíos de cada mujer son únicos. En el futuro movimiento feminista, el feminismo transnacional puede convertirse en una fuerza indispensable e importante, pero también necesita reflexionar constantemente sobre sí mismo para adaptarse a la diversa y cambiante realidad global. ¿Podemos de esta manera abrazar fraternalmente las historias y experiencias de cada mujer y construir juntos un mundo más justo?