En economía, una externalidad negativa se refiere a los costos indirectos de las acciones de una parte para terceros no relacionados, generalmente como resultado de las actividades de otra parte. La existencia de estas externalidades significa que las transacciones de mercado no reflejan plenamente los verdaderos costos de las actividades de producción o consumo, lo que lleva a una mala asignación de recursos y, por tanto, afecta el bienestar social. Por supuesto, estos problemas no son sólo teóricos. Afectan nuestras vidas en todo momento en la vida real. Por ejemplo, la contaminación del aire y del agua son ejemplos obvios.
Las externalidades son los efectos residuales de la actividad económica en personas que no participan en la transacción.
Por ejemplo, el costo de la contaminación del aire causada por las emisiones de escape de los automóviles no se refleja en el precio de mercado de los automóviles, lo que provoca daños a la salud general de la sociedad. Las aguas residuales vertidas durante el proceso de producción de la empresa obligan a las personas que rodean la fábrica a soportar el coste de la degradación de la salud y el medio ambiente sin recibir una compensación razonable. Todas estas son externalidades negativas que surgen del proceso de producción. Estos comportamientos no solo afectan la salud de los individuos, sino que también se extienden al bienestar de toda la sociedad.
El concepto de externalidades fue propuesto por primera vez por el economista británico Alfred Marshall en la década de 1890. Lo utilizó para explicar el impacto de las actividades de producción y consumo en el mercado más allá del alcance de los participantes directos. Más tarde, Arthur Piggot amplió aún más este concepto en la década de 1920 y propuso la idea del "impuesto Pigeot", creyendo que la intervención gubernamental puede aliviar eficazmente el impacto de las externalidades. Esta idea sigue siendo una base teórica importante para discutir cómo abordar la contaminación ambiental y otras cuestiones.
Las externalidades negativas son un ejemplo clásico de mala asignación de recursos debido a fallas del mercado.
La existencia de externalidades negativas impide que el mercado alcance el óptimo de Pareto. En este caso, el mercado no tuvo plenamente en cuenta la existencia de costos externos, lo que llevó a una asignación incorrecta de los recursos sociales, que no sólo desperdició recursos sino que también inhibió el desarrollo económico de toda la sociedad.
Además de la contaminación ambiental, hay muchos ejemplos en la vida cotidiana que pueden considerarse externalidades negativas, como la congestión del tráfico urbano. Cuando hay demasiados automóviles en una vía pública, todos los que la utilizan enfrentan retrasos y tiempos de viaje más largos, y estos costos adicionales tampoco son reflejados ni asignados por el mercado. Estos fenómenos no sólo causan problemas individuales, sino que también afectan los beneficios económicos de la ciudad y la calidad de vida de los residentes a un nivel más amplio.
Cuando se internalizan las externalidades, se puede alcanzar el estado de equilibrio de la competencia, de modo que se pueda lograr un bienestar social óptimo.
La mayoría de los gobiernos e instituciones pueden tomar medidas para internalizar estas externalidades, la más común de las cuales es gravar a las empresas que las generan. Estos impuestos no sólo pueden cubrir los costos sociales causados por las externalidades, sino que también brindan incentivos para que las empresas mejoren los procesos de producción y reduzcan la contaminación, logrando así un crecimiento económico más sostenible.
Sin embargo, esto también conlleva desafíos. Los gobiernos a menudo no tienen suficiente información sobre las externalidades al momento de imponer impuestos, lo que dificulta el establecimiento de tasas impositivas adecuadas. Una vez que las externalidades se internalizan a través de los impuestos, el mercado puede regresar a un estado óptimo de Pareto, aumentando así el bienestar social general. Esto confirma la opinión de que la intervención gubernamental puede ayudar a corregir fallas en los mecanismos del mercado.
En general, las externalidades negativas, como manifestación de las fallas del mercado, implican cómo asignar los recursos de manera más racional. Este no es solo un desafío que enfrentan los economistas, sino también un problema que no puede ignorarse en nuestra vida cotidiana. Frente a problemas ambientales cada vez más graves, ¿deberíamos pensar en cómo reducir razonablemente el impacto sobre otras personas inocentes mientras disfrutamos de las comodidades que ofrece la economía moderna?
Cuando enfrentamos una variedad de costos externos todos los días, ¿qué podemos hacer para reducir estas cargas invisibles?