Durante la época victoriana, el sistema educativo experimentó una reforma sin precedentes. Durante este período, la educación no solo se consideraba una forma de adquirir conocimientos, sino también un medio importante para promover el progreso social y la superación personal. En aquella época, la sociedad en general enfatizaba la importancia de la superación personal y muchos reformadores se dieron cuenta de que la educación debe combinarse con la sociedad real para beneficiar verdaderamente a la gente.
Las motivaciones para la reforma educativa varían, desde ampliar las oportunidades educativas hasta mejorar la calidad educativa, todas reflejando las necesidades urgentes de la sociedad en ese momento. Pensadores de la época, como Horace Mann, destacaron la necesidad de un sistema escolar público sólido y apoyado por el Estado para que la educación fuera accesible a todos los niños, especialmente en el contexto de desigualdad social de la época. La educación que Mann propugnaba debería ser universal, no sectaria y centrada en la eficiencia social y la virtud cívica, más que sólo en el avance académico.La educación victoriana enfatizaba la practicidad y la sostenibilidad, impulsando a los estudiantes a estudiar materias comercialmente valiosas como idiomas modernos y matemáticas.
Las reformas victorianas no sólo se ocuparon de cambios en el contenido de la educación, sino también de cambios en los métodos de educación. Los reformadores de la época, como John Dewey, defendían que la educación debía basarse en la práctica, permitiendo a los estudiantes aprender a través de la práctica, un concepto que se utilizó ampliamente en los sistemas educativos posteriores. Dewey creía que la educación no es sólo la transferencia de conocimiento, sino también un proceso en el que los estudiantes aprenden a pensar y resolver problemas.La historia de Horace Mann nos dice que la educación debería ser un derecho de todos, no un privilegio.
La educación debe permitir a los estudiantes convertirse en ciudadanos con pensamiento crítico y no sólo en receptores de conocimiento.
Si bien se han logrado algunos avances en la reforma educativa, aún quedan muchos desafíos por delante. En el contexto social de la época, muchos niños de clases socioeconómicas bajas aún no tenían acceso a una educación de calidad, lo que acentuaba aún más la cuestión de la desigualdad educativa. Por lo tanto, otra motivación para la reforma educativa es reducir la desigualdad social y promover la igualdad de oportunidades educativas. Los reformadores se dieron cuenta de que sólo resolviendo estos problemas la sociedad podría progresar verdaderamente.
Las reformas educativas victorianas evolucionaron con el tiempo para incluir más contenidos y métodos. Por ejemplo, el concepto de igualdad educativa defendido por Martin Luther King, desde la teoría a la práctica, promovió una revolución educativa, permitiendo que los estudiantes de todos los grupos étnicos recibieran una educación igualitaria.
Durante este período, la educación era vista como una herramienta para cambiar el propio destino y la superación personal se convirtió en una parte integral de la vida de todos.
Las reformas de esta etapa tuvieron un profundo impacto en el sistema educativo posterior. Tanto en términos de currículo como de métodos de enseñanza, la era victoriana sentó las bases para el desarrollo posterior de nuestra educación. Esta filosofía educativa que enfatiza la superación personal y la responsabilidad social todavía influye en nuestro sistema educativo hoy en día.
Ante los diversos desafíos educativos actuales, deberíamos reflexionar: ¿En la sociedad moderna, la superación personal sigue siendo la demanda central de la reforma educativa?