Los cristales moleculares son sólidos formados al apilar moléculas unidas covalentemente, la mayoría de las cuales están compuestas por átomos de carbono e hidrógeno, y a veces también contienen átomos extraños como nitrógeno, azufre y oxígeno. En los semiconductores orgánicos, la estructura del material está estrechamente ligada a su función y constituye un pilar importante de la tecnología actual. Estos cristales moleculares pueden existir como películas cristalinas o amorfas y normalmente no son conductores, pero pueden convertirse en semiconductores en las condiciones adecuadas (como inyección de carga de electrodos, dopaje o fotoexcitación).
En términos generales, las propiedades eléctricas de los semiconductores orgánicos están determinadas por su estructura molecular. En concreto, la movilidad de los portadores de carga de estos cristales moleculares depende principalmente de los portadores de carga inyectados, mientras que sus propiedades de conductividad suelen conseguirse mediante fotoexcitación o voltaje aplicado mediante electrodos. Por lo tanto, una comprensión profunda de las propiedades de los cristales moleculares es crucial para mejorar el rendimiento de los semiconductores orgánicos. Antecedentes históricosLos cristales moleculares suelen tener intervalos de banda de energía comprendidos entre 2,5 y 4 electronvoltios, lo que significa que, en ausencia de un campo eléctrico aplicado, se comportan esencialmente como aislantes.
La historia de la investigación sobre cristales moleculares se remonta al siglo XIX. En 1862, Henry Litherby descubrió un material parcialmente conductor, que se pensó que era polianilina. En la década de 1950, los investigadores descubrieron que los compuestos aromáticos policíclicos forman complejos de transferencia de carga semiconductores con halógenos, lo que confirma aún más el potencial de los compuestos orgánicos para conducir electricidad.
En 1977, Hideo Shirakawa et al. informaron sobre la alta conductividad del poliacetileno oxidado y dopado con yodo, por lo que recibieron el Premio Nobel de Química en 2000.
Con la creciente aplicación de semiconductores orgánicos, se han desarrollado uno tras otro diversos objetivos, como diodos orgánicos emisores de luz (OLED), células solares (OSC) y transistores orgánicos de efecto de campo (OFET). Los principios operativos de estos Los dispositivos están estrechamente relacionados con las propiedades electrónicas de los materiales orgánicos.
Los materiales de cristal molecular juegan un papel importante en la electrónica, especialmente en los dispositivos optoelectrónicos. Hoy en día, los semiconductores orgánicos de esqueleto rígido no sólo se utilizan en diodos emisores de luz orgánicos, sino también en células solares orgánicas y transistores de efecto de campo orgánicos. En comparación con los materiales inorgánicos, los semiconductores orgánicos ofrecen muchas ventajas, como fácil fabricación, buena flexibilidad mecánica y bajo costo.
Los dispositivos OLED utilizan la recombinación de electrones y huecos para emitir luz, un proceso que depende particularmente de la función de trabajo de los electrodos.
Combinados con materiales y tecnologías apropiados, los semiconductores orgánicos no sólo pueden impulsar productos electrónicos existentes, sino que también tienen el potencial de crear nuevas funciones y aplicaciones, como biosensores respetuosos con el medio ambiente. Estos avances han impulsado la exploración y la reflexión en todos los sectores sobre la ecología y la multifuncionalidad de los futuros productos electrónicos.
Los materiales semiconductores orgánicos incluyen películas amorfas, polímeros dopados moleculares, cristales moleculares, etc. Cada material tiene diferentes métodos de fabricación y propiedades, que afectan aún más su rendimiento en diferentes aplicaciones. Por ejemplo, los materiales orgánicos con una estructura cristalina generalmente tienen una alta movilidad de portadores de carga y son muy adecuados para su uso como elementos activos en transistores orgánicos de efecto de campo.
Los péptidos aromáticos autoensamblados se consideran una clase prometedora de semiconductores a nanoescala de inspiración biológica con conductividad y propiedades estructurales ajustables.
La diversidad de estos materiales no sólo amplía sus usos, sino que también promueve un impacto significativo en el desarrollo de nuevos dispositivos orgánicos.
En comparación con los cristales orgánicos anteriores, la mayoría de los semiconductores orgánicos modernos tienen un cierto grado de desorden, lo que hace que el proceso de transferencia de carga y el diseño estructural sean más complicados. Debido a las débiles fuerzas de van der Waals entre las moléculas, los portadores de carga no pueden moverse a lo largo de una banda de conducción estable y, en cambio, se transfieren a través de saltos discontinuos, cuya eficiencia a menudo se ve afectada por la estructura del material y el entorno externo.
Como resultado, la movilidad de los portadores de carga en los semiconductores orgánicos modernos es a menudo significativamente menor que en sistemas cristalinos equivalentes.
Comprender estos mecanismos es fundamental para optimizar el diseño de materiales y mejorar el rendimiento del dispositivo.
Las propiedades mecánicas de los semiconductores orgánicos también son una consideración importante en el diseño. Su módulo elástico y su punto de fluencia determinan cómo se comporta el material bajo tensión física. Realizar pruebas de estiramiento puede ayudarnos a comprender estas características para que podamos diseñar dispositivos electrónicos más resistentes y duraderos.
La viscoelasticidad variable hace que los semiconductores orgánicos sean muy prometedores para su uso en dispositivos portátiles porque pueden absorber energía durante la tensión aplicada, mejorando así la durabilidad.
Con una comprensión más profunda de las propiedades de los materiales, las futuras aplicaciones industriales serán más diversas e innovadoras.
El papel de los cristales moleculares en los semiconductores orgánicos despierta la imaginación de la gente sobre la tecnología del futuro. ¿Cómo cambiará esta tecnología una vez más la forma en que vivimos e interactuamos?