La tuberculosis, una de las enfermedades infecciosas más antiguas de la historia de la humanidad, sigue representando una importante amenaza para la salud en todo el mundo, y su principal culpable es M. tuberculosis, un miembro de la familia Mycobacteriaceae o bacilo de Koch. Desde que Robert Koch descubrió por primera vez esta bacteria patógena en 1882, la investigación científica sobre M. tuberculosis se ha ido profundizando y desvelando su misterio.
“M. tuberculosis posee una pared celular queratinizada especial, que la hace muy resistente a las manchas y capaz de sobrevivir en ambientes extremos”.
Las células de M. tuberculosis tienen una envoltura lipídica rica en su superficie, especialmente compuesta de troponina, lo que hace que muestren cierta positividad para Gram durante la tinción. Por lo tanto, la tinción de Gram tradicional no se puede utilizar para identificar con precisión esta bacteria y los científicos generalmente utilizan tinción ácido-alcohol resistente o tinción de fluorescencia para el análisis.
M. tuberculosis crece de forma extremadamente lenta, y generalmente se divide sólo una vez cada 18 a 24 horas, mucho más lento que otras bacterias como E. coli. Su pequeño volumen bacteriano y sus características de no movilidad hacen que sea difícil cultivarlo en el laboratorio. Esta bacteria tiene una fuerte tolerancia a la desecación y es capaz de sobrevivir en un ambiente seco durante varias semanas, y la estructura anormal de la pared celular es una de las razones importantes para su supervivencia.
“En la infección tuberculosa, M. tuberculosis forma estructuras llamadas granulomas, que son agregados de células inmunes”.
Los humanos son los únicos huéspedes conocidos de M. tuberculosis. A menudo existe una idea errónea sobre dicha transmisión y muchas personas creen que estrechar la mano o compartir utensilios también puede provocar transmisión, de hecho, la principal vía de transmisión proviene de las gotitas liberadas por los portadores al toser, estornudar u otros medios.
En los pulmones del huésped, M. tuberculosis es engullido por los macrófagos de las vías respiratorias, pero debido a su estructura característica de pared celular, estos macrófagos no pueden matarlo ni digerirlo eficazmente. Durante la infección, la celulosa de la pared celular de M. tuberculosis impide la fusión del fagosoma con los lisosomas, lo que permite su propagación segura dentro de las células huésped. Además, M. tuberculosis es capaz de neutralizar la respuesta inmune del huésped al secretar compuestos específicos.
Los síntomas de la infección por M. tuberculosis son variados e incluyen tos que dura más de tres semanas, hemoptisis, disnea, pérdida de peso, fatiga, fiebre, sudores nocturnos, escalofríos y pérdida de apetito. Si la bacteria se propaga a otras partes del cuerpo, puede causar diferentes efectos sistémicos, como sangre en la orina en una infección renal y dolor de espalda en una infección espinal.
Genoma y evolución El genoma de M. tuberculosis fue secuenciado en 1998 y contiene aproximadamente 4 millones de pares de bases y 3.959 genes. Se han determinado las funciones de aproximadamente el 40% de estos genes, lo que proporciona una base de conocimientos importante para comprender sus mecanismos patogénicos. Investigaciones posteriores descubrieron que M. tuberculosis evolucionó gradualmente en África y está estrechamente vinculada al desarrollo de los humanos modernos.Resistencia a los medicamentos y salud pública“La propagación mundial de la tuberculosis y la evolución de M. tuberculosis son un testimonio de los intercambios e interacciones históricas humanas”.
Actualmente, un número cada vez mayor de cepas de tuberculosis en todo el mundo muestran resistencia a múltiples antibióticos, incluidos la rifampicina y la isoniazida, los medicamentos principales para el tratamiento de la tuberculosis. Esta tendencia hace que el tratamiento de la tuberculosis sea más complejo, especialmente en algunas zonas donde los pacientes están infectados con cepas que pueden presentar simultáneamente resistencia a múltiples fármacos.
Entre las estrategias específicas que deben resistirse a la formación de antídotos se incluyen la mejora de los sistemas de vigilancia, el fortalecimiento de la infraestructura de salud pública, la aceleración de la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos y el aumento de la conciencia pública sobre la tuberculosis. El fortalecimiento de estas medidas será un elemento clave en el control de las enfermedades infecciosas.
Gracias a una investigación exhaustiva sobre M. tuberculosis, los científicos han ido descubriendo gradualmente sus complejas características biológicas y su historia evolutiva, hallazgos que no sólo han ayudado a mejorar los diagnósticos y los tratamientos, sino que también tienen implicaciones de largo alcance para el desarrollo de políticas de salud pública. influencia. Entonces, frente a esta vieja y nueva enfermedad infecciosa, ¿podemos encontrar contramedidas más efectivas para reducir su propagación?