Con el avance de la ciencia y la tecnología, los métodos de producción de energía han evolucionado gradualmente, entre los cuales los generadores de vapor supercrítico se han convertido en un área importante en la industria de generación de energía actual. Los generadores de vapor supercrítico reciben mucha atención por su alta eficiencia y su consumo relativamente bajo de combustible, pero los principios detrás de ellos son fascinantes, especialmente porque los límites entre el agua y el vapor se vuelven difusos en este entorno.
La temperatura y la presión del agua supercrítica hacen imposible distinguir claramente entre agua líquida y vapor gaseoso. Este fenómeno pone en entredicho nuestra comprensión básica de las fases.
En el estado supercrítico, la densidad del agua disminuye gradualmente a medida que aumenta la presión, sin un cambio de fase, lo que hace que el agua y el vapor sean físicamente indistinguibles. El estado supercrítico tiene un punto crítico específico: por encima de una temperatura de 374 °C (705 °F) y una presión de 22 MPa (3200 psi), el agua se comporta de manera muy diferente a su estado normal de líquido o gas.
Estas características permiten que los generadores de vapor supercríticos tengan una mayor eficiencia térmica durante el proceso de generación de energía. Según el teorema de Carnot, la eficiencia de la conversión de energía mejorará significativamente en condiciones de alta temperatura. Cuando el vapor pasa por una turbina de alta presión, su eficiencia al convertirlo en energía mecánica aumenta enormemente, lo que facilita la generación de electricidad.
El diseño del generador de vapor supercrítico evita eficazmente los riesgos de las calderas tradicionales durante el proceso de cambio de fase, lo que significa que la seguridad se mejora enormemente.
La historia de esta tecnología se remonta a 1922, cuando Mark Benson, pionero en la tecnología de vapor supercrítico, propuso el concepto de convertir agua en vapor a alta presión debido a problemas de seguridad emergentes. Los generadores de vapor anteriores generalmente estaban diseñados para presiones relativamente bajas y eran propensos a accidentes como explosiones, pero el diseño de Benson minimiza estos riesgos.
A medida que la tecnología Benson continúa desarrollándose, las modernas calderas Benson de presión variable están reemplazando gradualmente el diseño original, creando una forma más eficiente de generar electricidad. En 1957, la central eléctrica de Philo, en Ohio (EE.UU.), utilizó por primera vez con fines comerciales vapor supercrítico, abriendo un nuevo capítulo en la producción energética mundial.
No fue hasta 2012 que Estados Unidos puso en funcionamiento su primera central eléctrica de carbón diseñada para funcionar a temperaturas supercríticas, lo que demuestra la madurez gradual de la tecnología.
Hoy en día, la tecnología de vapor supercrítico no sólo se utiliza en las centrales eléctricas tradicionales alimentadas con carbón, sino que también está surgiendo en productos de energía renovable. Por ejemplo, en 2014, la agencia australiana CSIRO logró producir vapor supercrítico a partir de energía solar térmica, estableciendo un récord histórico. Esto significa que el ámbito de aplicación del agua supercrítica está en constante expansión.
Entonces, ¿cómo afectará el futuro de la tecnología supercrítica nuestra comprensión y uso de la energía? En este mundo cambiante, ¿podemos encontrar soluciones energéticas más seguras y eficientes?