A medida que la agricultura se expande alrededor del mundo, la erosión del suelo se convierte en un problema más grave. La erosión es la eliminación de suelo, roca o material disuelto de la superficie de la Tierra por procesos superficiales como el flujo de agua o el viento. Si bien la erosión es parte de la naturaleza, los seres humanos la están impulsando a un ritmo sin precedentes, especialmente a través de actividades agrícolas.
Las actividades humanas han incrementado la tasa de erosión del suelo entre 10 y 40 veces, y en algunos casos las tasas de erosión en las zonas agrícolas alcanzan 100 veces la tasa natural.
La agricultura es una de las principales causas de la erosión acelerada. Muchas técnicas agrícolas modernas, como la labranza pesada, el cultivo continuo y el uso de fertilizantes químicos, a menudo causan daños a la estructura del suelo, lo que no sólo afecta la salud del suelo sino que también lo hace más susceptible a la erosión. Cuando se elimina la vegetación para dar paso a la agricultura, el suelo pierde su capa protectora natural, lo que aumenta los efectos erosivos directos de la lluvia y el viento sobre el suelo.
La desestabilización de los sistemas de raíces de las plantas puede provocar la pérdida de la capa superficial del suelo, especialmente en zonas lluviosas o ventosas. Cuando los cultivos ya no cubren los campos, el agua puede arrastrar fácilmente el suelo. En las zonas áridas, la erosión eólica puede ser aún más pronunciada porque, sin la protección de la vegetación, el suelo puede ser fácilmente levantado y arrastrado por el viento.
El suelo erosionado suele contener nutrientes ricos. Una vez perdido, el rendimiento de los cultivos disminuye rápidamente, lo que conduce al colapso del ecosistema.
En este caso, no sólo se verá afectada la producción agrícola, sino que también dará lugar a problemas medioambientales de mayor alcance. Por ejemplo, cuando se pierden nutrientes del suelo y se produce la desertificación, la productividad de las tierras agrícolas disminuirá. Algunas zonas podrían incluso llegar a desertificarse aún más. Estos cambios no sólo afectan a la agricultura, sino también a la biodiversidad y conducen al colapso de los ecosistemas locales.
Además, los impactos de la erosión no se limitan a la zona afectada en sí, sino que también pueden afectar a otros ecosistemas. Por ejemplo, cuando el suelo es arrastrado hacia los cuerpos de agua, puede provocar sedimentación y eutrofización de los mismos. Esto no sólo afecta la calidad del agua, sino que también conduce a una disminución de la biodiversidad de la vida acuática. Además, los daños en viviendas y carreteras causados por los sedimentos también son una realidad a la que se tienen que enfrentar los residentes.
La erosión causada por el agua y el viento son las principales causas de la degradación de la tierra y, en conjunto, causan el 84% de la degradación de la tierra a nivel mundial.
Además de la agricultura, otras actividades humanas, como la deforestación, la expansión urbana y el cambio climático, también aumentan el nivel de erosión. En cuanto a las soluciones pertinentes, medidas como la labranza de conservación, la forestación y la reconstrucción del paisaje pueden mitigar el riesgo de erosión del suelo, todo lo cual ayuda a restaurar la estructura del suelo y aumentar su estabilidad.
¿Podemos encontrar un modelo agrícola sostenible que proteja mejor la tierra y el medio ambiente y mejore nuestro futuro?