La distrofina es una proteína citoplasmática en forma de barra que es esencial para conectar el citoesqueleto de la fibra muscular con la matriz extracelular circundante. Este complejo se denomina costamera o complejo proteico asociado a distrofina (DAPC), y está co-localizado con la distrofina en costamera en diferentes proteínas musculares, como la α-distrobrevina, sincoilina, sinemina, etc.
Siempre que falta distrofina o se expresa de forma anormal, afectará la estructura y función de las fibras musculares, provocando varios tipos de distrofia muscular, especialmente distrofia muscular de Duchenne (DMD). La causa fundamental de estas afecciones a menudo proviene de mutaciones en el gen DMD, que es el gen más grande conocido en el cuerpo humano, cubre 2,4 megapares de bases y está ubicado en el cromosoma X.
La función principal de la distrofina es conectar la superficie de las células musculares con sus estructuras internas. Conecta la actina con las proteínas de soporte de la membrana, que a su vez se conectan con la capa más externa de fibras musculares y, en última instancia, con la membrana fibrosa interna del músculo. Cuando falta distrofina, la estabilidad de las fibras musculares se vuelve frágil, lo que resulta en una disminución de la fuerza muscular y una pérdida progresiva de fuerza muscular.
Los músculos que carecen de distrofina no pueden resistir la fuerza de desgarro durante el ejercicio y son propensos a sufrir lesiones. Con el tiempo, los músculos se atrofian gradualmente.
La deficiencia de distrofina se ha identificado como una causa subyacente de distrofia muscular. Los defectos genéticos en las distrofias musculares de Duchenne y Becker son el resultado de deleciones de exones en el gen de la distrofina. En el tejido del músculo esquelético normal, el contenido de distrofina es muy pequeño, pero su ausencia o expresión anormal puede provocar daños musculares graves.
A medida que la enfermedad progresa, la mayoría de los pacientes con DMD se vuelven dependientes de sillas de ruedas en las primeras etapas, y la hipertrofia del corazón eventualmente conduce a la muerte entre los veinte y los treinta años.
Actualmente se han utilizado diversos modelos para estudiar los defectos genéticos de la DMD, como los ratones mdx y los perros GRMD. Los ratones mdx poseen una mutación que provoca el acortamiento de la distrofina, un modelo útil para observar la patología de la degeneración muscular. Los perros con GRMD pueden desarrollar lesiones clínicamente relevantes a las ocho semanas de edad, que empeoran gradualmente con el tiempo.
Un tratamiento, Delandistrogene moxeparvovec, utiliza la transferencia genética sistémica para proporcionar a los músculos la distrofina microscópica que necesitan para mejorar la función muscular en los pacientes. Si bien este tratamiento se ha mostrado prometedor en la investigación, se necesita más investigación para determinar sus efectos a largo plazo.
Estudios recientes han señalado que la distrofina y sus complejos relacionados desempeñan un papel importante en la señalización y regulación celular, lo que ha aumentado el interés en el potencial terapéutico.
Con el avance de la ciencia y la tecnología, nuestra comprensión de la distrofina es cada vez más profunda. Sin embargo, todavía quedan muchas incógnitas por explorar sobre cómo abordar eficazmente los desafíos de salud que plantea su ausencia. ¿Podrá la comunidad científica encontrar un tratamiento eficaz para estas distrofias musculares y salvar la vida de los afectados?