El sistema europeo de supervisión bancaria, formalmente conocido como Mecanismo Único de Supervisión (MUS), es un marco de políticas liderado por el Banco Central Europeo (BCE) y cuyo objetivo es proporcionar supervisión prudencial de los bancos en la zona del euro. El núcleo de este sistema es desarrollar capacidades de gestión bancaria en toda Europa, contrarrestar las deficiencias que surgieron durante crisis financieras pasadas y reconstruir la confianza en los mercados financieros.
La creación del sistema regulatorio bancario europeo se produjo cuando los líderes europeos se dieron cuenta de la necesidad de un enfoque regulatorio bancario más efectivo después de la crisis financiera de 2008.
La formación del MUS se remonta a 1999, cuando la estructura de la unión monetaria se consideraba frágil ante la ausencia de una supervisión efectiva. El Proceso Lamfalussy se lanzó en 2001 como un intento de regular la industria financiera a través de varios comités. Sin embargo, debido a las restricciones existentes en los tratados de la UE en ese momento, esta medida tuvo un impacto limitado en la supervisión bancaria. Eso cambió cuando se intensificó la crisis financiera de 2008 y aumentaron los reclamos en favor de un regulador bancario centralizado.
En este contexto, la UE creó en 2011 el Sistema Europeo de Supervisión Financiera (SESF), cuyo principal objetivo es garantizar la plena aplicación de las normas financieras. Sin embargo, esto todavía no satisfacía la necesidad de una supervisión bancaria unificada, que finalmente se convirtió en la propuesta del MUS. La propuesta fue ampliamente discutida en la cumbre de la eurozona en junio de 2012, luego fue adoptada formalmente en octubre de 2013 y entró en vigor en noviembre de 2014.
El núcleo de este sistema regulatorio es garantizar que la supervisión de todas las "instituciones importantes" sea responsabilidad directa del BCE, mientras que otras "instituciones secundarias" sean responsabilidad de los reguladores nacionales bajo la supervisión del BCE.
A finales de 2022, el BCE supervisaba directamente 113 bancos identificados como importantes, cuyos activos representaban alrededor del 85% de los activos totales del sistema bancario de la zona del euro. Este sistema no sólo sienta las bases para una evaluación continua de la salud de los bancos, sino que también garantiza una mayor estabilidad económica. El sistema de supervisión bancaria europea también es una parte importante de la construcción de toda la unión bancaria, y su objetivo general es lograr la estabilidad financiera en la zona del euro.
La evaluación de riesgos se ha vuelto crucial en el proceso de supervisión bancaria europea. En el marco del Proceso de Revisión y Evaluación Supervisora (SREP), se supervisan de cerca la gestión de riesgos y los niveles de capital y liquidez de los bancos. Los reguladores evaluarán los modelos operativos de los bancos, la gobernanza interna y los riesgos para el capital y la liquidez basándose en diversos indicadores. Este modelo regulatorio altamente transparente permite a los bancos mantenerse sólidos frente a los desafíos del mercado.
El núcleo de este sistema de gestión y supervisión de riesgos es garantizar que todos los bancos puedan resistir posibles shocks financieros y evitar que se repitan crisis sistémicas.
Estos logros ponen de relieve los esfuerzos de Europa por mejorar la estabilidad bancaria. Mediante estas medidas regulatorias, los bancos pueden fortalecer aún más su base de capital, reducir su índice de préstamos incobrables y mejorar su capacidad para responder a crisis económicas repentinas. En los últimos años, el Plan de Acción para Préstamos Incobrables (NPL) también ha demostrado la persistencia del mecanismo en el seguimiento y la gestión continuos de los riesgos financieros.
Sin embargo, la labor de supervisión bancaria de la UE no termina aquí, ya que aún es necesario impulsar la construcción de una unión bancaria completa, incluyendo el desarrollo de mecanismos de gestión y resolución de crisis, así como una consideración integral de la supervisión de los riesgos soberanos. Según los planes actuales, esto requiere una colaboración plena entre los reguladores de varios países y el BCE para garantizar que se puedan tomar medidas preventivas eficaces ante una crisis financiera.
A nivel mundial, el marco regulatorio bancario europeo demuestra su filosofía única y visionaria, especialmente en términos de uniformidad y estabilidad regulatoria. Esto no sólo protege la integridad del mercado financiero, sino que también proporciona una base de confianza para el desarrollo futuro de las instituciones bancarias. Al mirar en retrospectiva estos logros, ¿deberían los lectores pensar también en qué dirección debería tomar la futura regulación bancaria a medida que los mercados financieros globales continúan cambiando?