Cuando nos enfrentamos a una epidemia, surgirán innumerables problemas. ¿Por qué surgen de repente determinadas enfermedades? ¿Qué factores hacen que la epidemia se propague rápidamente en una región? Las respuestas a estas preguntas están estrechamente ligadas a los principios fundamentales de la biología. En este artículo, analizaremos más de cerca las causas de las epidemias, cómo se propagan y cómo prepararse para ellas.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., una epidemia es un aumento repentino en el número de casos de una enfermedad en un área específica que excede lo que normalmente se espera en esa área
Las epidemias suelen ser causadas por cambios en el entorno ecológico o cambios en el patógeno mismo.
La aparición de epidemias suele implicar múltiples factores, incluidos cambios antigénicos de los patógenos, resistencia a los medicamentos, cambios en las rutas de transmisión, factores estacionales y comportamiento humano. Estos factores a veces interactúan para aumentar considerablemente el riesgo de epidemias.
Los cambios antigénicos de los patógenos son un factor importante que afecta las epidemias. Un antígeno es una proteína en la superficie de un patógeno que los anticuerpos del huésped pueden reconocer y atacar. Cuando el perfil antigénico de un patógeno cambia, puede aumentar la probabilidad de que se propague entre poblaciones previamente inmunizadas. Hay dos mecanismos naturales para este cambio: deriva antigénica y cambio antigénico. Lo primero ocurre gradualmente debido a mutaciones genéticas durante un período de tiempo, mientras que lo segundo es un proceso en el que múltiples cepas de virus diferentes coinfectan al mismo huésped y repentinamente producen nuevos subtipos.
La resistencia a los antibióticos es otro desafío importante en las epidemias.
La resistencia suele ser causada por bacterias que la adquieren mediante mutación genética o transferencia de genes. El uso continuo de antibióticos favorece la selección de determinadas mutaciones, lo que los vuelve ineficaces contra determinados patógenos, especialmente en el caso cada vez mayor de tuberculosis resistente a los medicamentos.
Las vías de transmisión de patógenos también desempeñan un papel clave en la propagación de epidemias. La transmisión puede ocurrir a través de una variedad de medios, como la transmisión aérea, la contaminación de los alimentos y el agua y la infección por contacto. Las características de cada vía de transmisión influyen en la rapidez y amplitud de la propagación de la enfermedad.
Algunas enfermedades pueden afectar significativamente su prevalencia con los cambios estacionales. Por ejemplo, los virus de la influenza suelen ser más frecuentes en el invierno, posiblemente debido a los cambios de temperatura y humedad.
Los cambios en el comportamiento humano pueden afectar significativamente la frecuencia y gravedad de las epidemias.
Por ejemplo, durante la epidemia de cólera de Londres de 1854, las medidas para eliminar las fuentes de agua contaminadas redujeron con éxito la propagación de la epidemia. La urbanización y las densas multitudes a menudo provocan brotes.
Las epidemias generalmente se pueden dividir en dos categorías: epidemias de fuente común y epidemias transmisibles. Una epidemia de fuente común ocurre cuando todas las personas afectadas están expuestas a una partícula. Una epidemia transmisible es la propagación de patógenos de persona a persona, causando infección una y otra vez.
Para responder eficazmente a una epidemia se requiere una preparación en múltiples niveles, incluido el establecimiento de sistemas de vigilancia de enfermedades, el envío rápido de personal de emergencia y la garantía de la seguridad de los trabajadores médicos. Son importantes medidas de mitigación tempranas y agresivas, que a menudo incluyen distanciamiento social, rastreo riguroso de contactos y equipo de protección personal adecuado.
Las epidemias son fenómenos complejos y los principios biológicos detrás de ellas implican múltiples interacciones entre patógenos, huéspedes y el medio ambiente. Ante los siempre cambiantes desafíos de salud global, ¿estamos completamente preparados para hacer frente a posibles epidemias futuras?