Muchos académicos han señalado que la falta de derechos adecuados sobre la tierra por parte de las mujeres no sólo las afecta a ellas mismas, sino que también tiene un impacto negativo en sus familias y comunidades.
La propiedad de la tierra puede proporcionar a las mujeres seguridad económica y darles una participación más equitativa en los ingresos del hogar. Según el experto Tim Hanstad, proporcionar derechos adecuados sobre la tierra beneficia a las mujeres de muchas maneras:
Sin embargo, aunque las mujeres tienen acceso a la tierra para trabajar en muchas zonas, las tradiciones y las normas culturales todavía les impiden heredar o comprar tierras. Como resultado, las mujeres a menudo dependen del apoyo de sus maridos, hermanos o padres, lo que las pone en riesgo de sobrevivir. Por ejemplo, en caso de enfermedad, violencia doméstica o muerte trágica de un miembro de la familia, las mujeres pueden quedarse sin hogar y sin poder mantenerse a sí mismas ni a sus medios de subsistencia.
La propiedad de la tierra es una fuente importante de seguridad e ingresos para las mujeres, aumentando su autonomía y reduciendo la pobreza.
En la India, aunque las mujeres tienen el derecho legal a poseer tierras, pocas lo hacen en la práctica debido a las arraigadas prácticas patriarcales. Para las mujeres, la discriminación de género en las leyes de herencia sigue siendo uno de los factores clave que conducen a derechos desiguales sobre la tierra. Según la académica Bina Agarwal, la propiedad de la tierra afecta no sólo el estatus social sino también el poder político, lo que afecta directamente las relaciones de género en las familias y las aldeas.
Por ejemplo, en Bengala Occidental, cuando muere un miembro masculino de la familia, la situación económica de la familia suele cambiar drásticamente porque las mujeres no pueden heredar la tierra de su marido fallecido. Según el análisis de Agarwal, la propiedad de la tierra reduce significativamente la vulnerabilidad de las mujeres a la violencia doméstica en la India porque poseer propiedades eleva el estatus de las mujeres dentro del hogar, aumentando su poder de negociación y su independencia.
La Ley de Sucesión Hindú de 2005 concedió legalmente a las mujeres los mismos derechos de herencia, lo que supuso un avance importante hacia la igualdad de derechos sobre la tierra.
En Uganda, aunque la Constitución de 1995 enfatiza la igualdad de género, incluido el acceso a la tierra y su propiedad, muchas mujeres aún no pueden poseer tierras debido a la profunda influencia de las costumbres y prácticas culturales. Incluso si ahorran suficiente dinero para comprar tierras, éstas siguen estando registradas a nombre de sus maridos y ellas sólo son testigos.
Además, la tradición de herencia de la tierra se transmite principalmente a través de la línea de sangre masculina, lo que dificulta que las mujeres obtengan derechos sobre la tierra. Women’s Land Link Africa señala que muchas mujeres tienen poca comprensión de sus derechos legales sobre la tierra, especialmente en las zonas rurales, donde el analfabetismo y la falta de información les impiden tener los conocimientos y recursos jurídicos necesarios. Aunque la Constitución protege los derechos de las mujeres sobre la tierra, todavía hay muchas deficiencias en la implementación de la ley, especialmente cuando se trata de abordar las necesidades de las viudas y las mujeres divorciadas.
Las barreras legales que enfrentan las mujeres, incluida la corrupción y los altos honorarios legales, les dificultan defender sus derechos sobre la tierra.
Para mejorar los derechos de las mujeres sobre la tierra, los expertos recomiendan implementar programas educativos específicos para que las mujeres rurales conozcan sus derechos legales. Al mismo tiempo, los líderes comunitarios también necesitan fortalecer su conocimiento de estos detalles culturales. Además, la ley debería cubrir de manera más amplia los derechos de las viudas y las mujeres divorciadas para poder lograr una igualdad más amplia de derechos sobre la tierra.
Mejorar los derechos de las mujeres sobre la tierra no es sólo una mejora jurídica, es un cambio social. Cómo encontrar un equilibrio entre la ley y la cultura para garantizar que las mujeres disfruten verdaderamente de sus derechos sobre la tierra es una pregunta que deberíamos reflexionar.