Archive | 2021

Representaciones sociales del mundo y prácticas de gestión del cambio en Jalisco

 

Abstract


The objective of this research was to analyze the social representations of the world of a sample of Jalisco citizens, and explore the possible relationship with their change management practices. For the production of data, the semi-structured interview technique was used, applied to an intentional sample of 60 subjects from four geographical-cultural zones of the state, including the wixárika zone. The analysis and comparison of its structures and other variables, allowed to identify some of its most prominent qualities. In the study of change management practices, seven variables played a central role: degree of collectivity, involvement, control over the process and the results, scope, frequency, pragmatic advantages and subjective advantages. The analysis of the trends found suggests that there are significant relationships between the types of social representation of the world and the type of change management practices preferred by the subjects. Palabras clave Representación. Social. Mundo. Gestión. Cambio Representation. Social. World. Management. Change Antropología Experimental, 20. Texto 18 250 Introducción No podemos comprender cabalmente los patrones de gestión del cambio social1 ejercidos o rehusados por los ciudadanos, sin acceder a sus concepciones del mundo. ¿Qué explicaciones se dan acerca de su naturaleza, funcionamiento, procedencia y destino, especialmente en el contexto de los procesos de globalización en curso y de las tensiones que guardan con los procesos de empoderamiento local? ¿Cómo conciben la gestión del cambio? ¿Podemos dar cuenta de todo ello? Poder hacerlo, y explorar la posible relación entre su cosmovisión y las prácticas de gestión del cambio por ellos preferidas, adquiere mayor relevancia a la luz de la preocupación por la aparente falta de compromiso y participación política del ciudadano, especialmente de las jóvenes generaciones. Esta apatía política ha sido estudiada desde ángulos diversos; referir brevemente algunos de ellos puede contribuir a esclarecer la relevancia de esta investigación. Parte de estos estudios han estado encaminados a dar cuenta de factores como su nivel de información y conocimiento político, percepciones sobre la democracia, confianza en las instituciones, interés en la política, participación electoral, etc., todos ellos factores considerados parte de la cultura política del ciudadano (Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas [ENCUP], 2012). Otras investigaciones han procurado profundizar en la comprensión de sus patrones de participación (o falta de ella), logrando identificar actitudes arraigadas a través de la experiencia personal. Así, por ejemplo, Amna y Ekman (citado en Karageorgou, Madoglou y Kalamaras, 2018: 5.5), distinguen cuatro formas de compromiso político: ciudadanos activos, en espera, sin compromiso y desilusionados. Por su parte Breakwell (2018), entre otros, puso de relieve la importancia de la autodefinición política, y en general de la identidad asumida, aspectos que, se ha demostrado, guardan una estrecha relación con las concepciones sociales de los individuos (citado en Karageorgou, Madoglou y Kalamaras, 2018: 5.4). Existen asimismo estudios, como es el caso del de Trousset et al (2015: 50), quienes exploraron la relación entre las actitudes políticas y las inclinaciones personales ante el grupo y el control. Este enfoque les permitió generar cuatro categorías de sujetos políticos: los individualistas, los fatalistas, los totalitarios y los igualitarios. Importa notar que las actitudes ante el grupo y el control forman ya parte de aspectos más amplios de la personalidad y de la vida cotidiana de los individuos, como su relación en familia, en el deporte o el trabajo. Se ha postulado así la existencia de una relación entre las prácticas y la cultura política de los sujetos, y dando un paso más, entre esta última y algunos componentes sociales de su personalidad. En este proceso podemos ir aún más allá y preguntarnos: ¿es posible relacionar dichas prácticas con su visión global del mundo? Y de ser así, ¿cómo ocurre esto, a qué elementos de la estructura de su visión se encuentran anudadas? Avanzar en esta dirección podría abonar, entre otras cosas, a una mejor comprensión de las implicaciones de los esfuerzos encaminados a promover una cultura más participativa y democrática en las nuevas generaciones. Cabe destacar que no se encontraron antecedentes de estudios que nos aportaran datos comparativos entre las representaciones sociales del mundo (RSM2) de diversas regiones de Jalisco, que además incluyeran tanto a poblaciones urbanas como rurales, y tanto a comunidades mestizas como indígenas. Menos aún estudios que, con estas características, intentaran establecer la existencia o inexistencia de relaciones significativas entre dichas RSM (y no únicamente RS relativas a aspectos específicos de su cultura política), y las prácticas de gestión del cambio (PGC) de sus habitantes. 1 Se prefiere utilizar el concepto de patrones de gestión del cambio sobre el de patrones de participación ciudadana, para incluir no solamente las estrategias legitimadas por la norma social, sino todas aquellas impulsadas por individuos, organizaciones y comunidades para promover el cambio social, incluidas aquellas que implican el uso de la fuerza. Lo mismo aquellas que, al menos en apariencia, no formarían parte de la vida pública de los ciudadanos, sino de su vida privada. 2 O bien, RS cuando únicamente se aluda a las representaciones sociales en general. Antropología Experimental, 2020. Texto 18 251 Marco teórico De cara al interés de explorar la posible relación entre dos entidades tan amplias como las concepciones del mundo y las prácticas de gestión del cambio de nuestros entrevistados, se consideró conveniente identificar, para cada una, sus características y variantes principales. Este esfuerzo de síntesis contribuyó a hacer viables, posteriormente, las comparaciones y contrastes de conjunto, necesarios para poder establecer la existencia o inexistencia de correlaciones. Respecto a las concepciones del mundo de los entrevistados, se planteó la necesidad de conocer, al menos, sus contenidos y organización, así como la importancia y papel que tienen en su vida cotidiana; para todo ello resultó de gran utilidad la teoría de las representaciones sociales, particularmente sus propuestas para comprender sus funciones, su estructura interna y su relación con la práctica. De acuerdo con Flores (citado en Wagner y Hayes, 2011: 27), dicha teoría, inicialmente formulada por Serge Moscovici, puede ser rastreada en sus orígenes en el concepto de imaginario colectivo de Durkheim. Sin embargo, la certidumbre en el sentido de que la visión del mundo de los seres humanos tiene una naturaleza cultural, ha sido compartida también por otras corrientes y teorías, como es el caso de la teoría de los modelos culturales, con sus taxonomías, prototipos, scripts y esquemas (en Álvarez, 2012), el psicoanálisis juniano, con su concepto de arquetipo (Jung, 1970: 119-143), la antropología cultural, con su concepto de mito (Levi-Strauss, 1995: 229252), o el concepto de imaginario social para el caso de Castoriadis (1997: 1-9). Las afirmaciones en el sentido de que: 1) las sociedades construyen sus propias creencias acerca del mundo (cosmovisión); 2) que dichas concepciones no pueden reducirse a las de sus miembros considerados individualmente; 3) que las mismas constituyen una representación (en el sentido de que una palabra representa la cosa y no es la cosa misma) y, 4), que nuestras creencias sobre el mundo influyen en nuestras decisiones y acciones; están presentes en la mayor parte de las teorías sobre las representaciones sociales. Más aún, algunos autores consideran que la naturaleza de las RS es no sólo conceptual, sino que, ontológicamente, puede considerárseles fenómenos (realidades concretas), lo mismo que constituyentes del entorno cultural y social (Guarsechi, 2017: 3.4). Se considera asimismo que las RS son portadoras tanto de los saberes populares como del conocimiento científico (De Souza Santos, 2010: 55-61), y que tienen tanto una naturaleza racional como irracional (Castorina, 2016: 4). Para los efectos que nos ocupan, resultaron de particular riqueza las aportaciones de Claude Abric (2001) al respecto de las funciones y estructura de las RS. Abric reconoce en las RS seis funciones básicas (2001: 15-17). La primera es permitir al ser humano describir la realidad. Lo cual no ha de sorprendernos si podemos afirmar junto con Berger y Luckmann (2003), que ésta, construida socialmente, es de naturaleza simbólica y que, sólo con apoyo de sus signos, categorías y modelos, puede ser organizada, nombrada, señalada, designada y referida para sí y para otros. Por otra parte, en su segunda función, explicativa, ofrece modelos para comprender las propias circunstancias de vida, mismos que el individuo y las colectividades van reconstruyendo. En tercer lugar, las RS contribuyen poderosamente a generar en sus miembros un sentido de identidad, estando presentes en componentes clave de la cultura, como lo son las tradiciones, los mitos, las creencias políticas y religiosas. En conformidad con la teoría del posicionamiento (Lenartowicz, 2019: 9.5), es a través de actos de habla que los individuos se presentan a sí mismos como ligados a una identidad o identidades particulares y son a su vez presentados por otros, proceso que no está exento de tensiones en la vida cotidiana (Phoenix, Howarth y Philogene, 2017: 2.6-2.7). Es también en la interacción con los demás miembros de la sociedad que se hace presente la dimensión normativa y moral de las RS (Van Langenhove y Wise, 2019: 1.2), En cuarto lugar, Abric (2001: 15-17) considera el papel que tienen las RS de conducir los comportamientos, de orientar las acciones, en un marco de interdependencia. De acuerdo con Jodelet (2002), las RS constituyen, de hecho, formas particulares de pensamiento práctico.

Volume None
Pages 249-263
DOI 10.17561/RAE.V20.18
Language English
Journal None

Full Text