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El ensayo y otros registros textuales en la tradición cultural tacneña
Abstract
El ensayo en Tacna como forma o género literario arraiga desde muy temprano. En su memorable Antología histórica de Tacna, Carlos Alberto González Marín (1952) señala como hito primigenio 1795, fecha de publicación de una obra hoy casi olvidada: Relación de la Fundación de la Real Audiencia del Cusco en 1788; producto de la pluma del sabio presbítero tacneño Ignacio de Castro (1732 -1792), miembro de la Sociedad Amantes del País y uno de los redactores de Mercurio Peruano (1791 - 1794), quien nos deja como legado su pensamiento de librepensador imbuido de ideas humanísticas universales, no ajeno a las preocupaciones formales que se manifiestan en una prosa exacta, bella y armoniosa. La tipología del ensayo está determinada, precisamente, por la presencia de textos en los que la preocupación científica y el afán literario van de la mano. El ensayista presenta y analiza temas para expresar sus puntos de vista tratando de persuadir al lector sobre la tesis que sostiene, al mismo tiempo manifiesta una honda preocupación formal. En breve, conocimiento riguroso y belleza de estilo son los rasgos que distinguen al ensayo como forma o género literario. De esta manera, el ensayo se distancia tanto de la aséptica objetividad del científico como de la pura preocupación estética del poeta. En otras palabras, el ensayista —siguiendo las huellas del gran Michelle de Montaigne, creador del género —se propone, cuidando las formas, incidir sobre aspectos de la realidad a fin de esclarecerlos e incluso propiciar su transformación. Sin embargo, con el auge de las corrientes filosóficas del positivismo y del racionalismo en los últimos siglos; y, en general, con el prestigio de la ciencia instrumental, el diletantismo que caracteriza al ensayista cede paso a los discursos especializados de las ciencias sociales.