La leucemia linfocítica crónica (CLL) es un cáncer que afecta la sangre y la médula ósea. Esta condición hace que la médula ósea produzca demasiados linfocitos, que es un tipo de glóbulos blancos. Para muchos pacientes, puede no haber síntomas obvios en el diagnóstico inicial, pero alrededor del 5-10% de los pacientes experimentarán fiebre baja, fatiga, sudores nocturnos y pérdida de peso inexplicable, lo que puede empeorar con el tiempo. Estas molestias pueden volverse más intensas a medida que avanza la condición.
CLL es más común en individuos mayores de 65 años porque la acumulación de mutaciones genéticas aumenta el riesgo de la enfermedad a medida que envejecen.
La causa específica de CLL no está clara, pero las personas con antecedentes familiares tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. Además, los factores ambientales también pueden desempeñar un papel, como la exposición a ciertos productos químicos o pesticidas rociados. En la mayoría de los casos de diagnóstico, el diagnóstico de CLL generalmente depende de los análisis de sangre, que muestran un número anormalmente aumentado de linfocitos maduros y células globulares.
Aunque no hay cura para CLL, la mayoría de los pacientes aún pueden mejorar su calidad de vida a través de las opciones de tratamiento adecuadas.
El diagnóstico de CLL generalmente se basa en la detección de linfocitos B anormales en sangre, médula ósea o tejido linfático. El aumento en el recuento de linfocitos de sangre a menudo se encuentra por casualidad durante los análisis de sangre de rutina. El tratamiento a menudo se hace necesario cuando los pacientes desarrollan síntomas graves o muestran anormalidades sanguíneas significativas al diagnóstico.
Dependiendo de la condición del individuo, las opciones de tratamiento pueden incluir quimioterapia, inmunoterapia y terapia biológica, especialmente tratamientos para variantes genéticas específicas. Los tratamientos preferidos recomendados en 2024 incluyen inhibidores de la tirosina quinasa Bruton (BTKI) y los inhibidores del linfoma 2 de células B (Bcl-2) como ibrutinib, acarabutinib y venetoc.
"Después de ingresar este largo proceso de tratamiento, los pacientes no solo tienen que enfrentar los desafíos de la enfermedad física, sino también psicológicamente débil".
Los pacientes con CLL son susceptibles a la infección, ya que aproximadamente el 25% de las personas mostrarán niveles bajos de anticuerpos al diagnóstico. Esto puede hacer que su sistema inmune no pueda combatir la enfermedad de manera efectiva, aumentando así el riesgo de comorbilidades relacionadas con autoinmunes, como la anemia hemolítica autoinmune.
Con el tiempo, la vigilancia y la intervención temprana en pacientes con leucemia linfocítica crónica se han vuelto cruciales. Aunque no se ha confirmado el impacto de la intervención temprana en la enfermedad, la comprensión oportuna de la condición del paciente puede reducir efectivamente el dolor. Los controles regulares pueden ayudar a los médicos a comprender los cambios en los linfocitos, y mantener un estilo de vida saludable puede reducir los riesgos.
Como leucemia que es más común en el mundo occidental, el tratamiento futuro de CLL sigue siendo desafiante. Cómo usar nuevas terapias dirigidas para mejorar la calidad de vida de los pacientes se ha convertido en el enfoque de investigación actual de la comunidad científica. ¿Podemos encontrar métodos de tratamiento más efectivos en el futuro para que los pacientes puedan disfrutar de una vida mejor?