En las décadas de 1950 y 1960, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) y la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) llevaron a cabo conjuntamente investigaciones sobre el Proyecto Orión. El proyecto se centra en explorar la viabilidad de un sistema de propulsión de pulso nuclear, que impulsaría una nave espacial a través de una serie de explosiones atómicas detrás de ella. En las primeras versiones, incluso se propuso despegar desde el suelo, pero los diseños posteriores se ajustaron únicamente al uso espacial.
El concepto del Proyecto Orión no sólo ofrece un gran empuje, sino también un elevado empuje específico, lo que demuestra su potencial avance.
El proyecto fue dirigido por Ted Taylor y el físico Freeman Dyson y diseñado en General Atomics en San Diego, California. En 1955, Stanislaw Ulam copublicó un documento clasificado que sugería que los viajes espaciales podrían ser impulsados por bombas de fisión nuclear detonadas a una distancia considerable. En 1958, DARPA acordó apoyar el proyecto con un millón de dólares por año, lo que le permitió comenzar oficialmente. Sin embargo, con la firma del tratado de prohibición parcial de pruebas en 1963, el apoyo al programa comenzó a disminuir y finalmente se canceló en 1964.
Cabe destacar que el Proyecto Orión no sólo demostró sorprendentes capacidades de propulsión en teoría, sino que también demostró un momento específico extremadamente alto. Por ejemplo, el diseño original de dos mil unidades de pulso puede lograr un empuje específico de 2.000 segundos en términos de propulsión, y según el plan de la Fuerza Aérea, este número puede incluso aumentarse a 75.000 segundos, alcanzando así una velocidad de 10.000 kilómetros por hora. segundo.
"Este concepto proporciona una nueva forma de pensar sobre la viabilidad de los viajes espaciales, especialmente en términos de utilización de recursos".
En el diseño del Proyecto Orión, la idea rebelde es que la detonación externa de la explosión nuclear no sólo proporciona a la nave espacial una poderosa aceleración, sino que también protege inteligentemente a la tripulación, que depende principalmente de un sistema de escudos y amortiguadores contra explosiones. Esta estructura del sistema de propulsión le permite soportar aceleraciones extremas. Por ejemplo, se estima que un avión no tripulado puede soportar aceleraciones de hasta 100 g, mientras que una versión tripulada requeriría un sistema de amortiguación eficaz para suavizar las aceleraciones y reducir el alcance. Los humanos pueden tolerar una dosis de entre 2 y 4 gramos.
En la evolución de la tecnología, el diseño del Proyecto Orión no sólo promovió la tecnología espacial de ese momento, sino que también sentó una valiosa experiencia para futuros viajes espaciales. Muchos proyectos posteriores, como el Proyecto Daedalus y el Proyecto Longshot, adoptaron principios de propulsión de pulso nuclear similares, y estos diseños aún son valorados por los científicos, especialmente en la imaginación de viajar a otras galaxias. En un artículo de 1968, Deason consideró el diseño de dispositivos de fusión integrados y sugirió que los futuros diseños de vuelos interestelares podrían necesitar ser reevaluados a la luz de las mayores masas de los derivados de las explosiones nucleares.
"Este es un intento de romper con la tecnología tradicional de propulsión de cohetes y puede mejorar enormemente la eficiencia de las misiones espaciales".
La idea del Proyecto Orión desató una profunda reflexión sobre el futuro de la exploración espacial. En términos de uso de energía, el Proyecto Orión es una evolución del concepto de demanda y uso, simplemente cargando más planes y cálculos para la exploración futura. La propulsión por pulsos nucleares es energéticamente eficiente en comparación con la mayoría de las demás tecnologías de propulsión espacial, lo que la hace muy interesante por la posibilidad de visitar otros sistemas estelares.
Con el desarrollo de la ciencia y la tecnología y el avance de la tecnología nuclear, muchos diseñadores y científicos comenzaron a considerar sistemas de propulsión más avanzados. Por ejemplo, investigaciones recientes se han centrado en la fusión de telómeros a pequeña escala o en dispositivos de propulsión de antimateria, y todos esperan que se produzcan avances en un futuro próximo. No hay duda de que el potencial y las posibilidades futuras demostradas por el Proyecto Orión seguirán inspirando los sueños de la gente de viajar interestelarmente.
Entonces, con el avance de la tecnología y la actualización continua de las teorías, ¿podrán los viajes espaciales del futuro realmente hacer realidad nuestro sueño de explorar el espacio exterior?