En las décadas de 1950 y 1960, la Fuerza Aérea de Estados Unidos, DARPA y la NASA llevaron a cabo conjuntamente un proyecto de investigación llamado Proyecto Orión, cuyo objetivo era explorar la viabilidad del uso de la tecnología de propulsión de pulsos nucleares para propulsar naves espaciales realizando una serie de explosiones atómicas en el espacio. Las primeras versiones del diseño incluso proponían despegar desde la tierra, mientras que las versiones posteriores se centraron en operaciones espaciales. El proyecto se llevó a cabo en General Atomics en San Diego, y el famoso científico espacial Wendel von Braun también expresó su apoyo a la propuesta y publicó un libro blanco.
"El diseño del Proyecto Orión ofrece una eficiencia de propulsión y un potencial de velocidad sin precedentes".
La idea básica de la tecnología de propulsión por pulsos nucleares se originó a partir de un concepto propuesto por el físico Stanisław Ulam en 1946 y cálculos preliminares de Frederick Rainis y Ulam en 1947. En agosto de 1955, Ulam fue coautor de un documento clasificado que proponía el uso de bombas de fisión nuclear detonadas a cierta distancia para propulsar naves espaciales. El proyecto fue dirigido por Ted Taylor, de General Atomics, y el físico Freeman Dyson, que trabajaba en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. En julio de 1958, DARPA acordó apoyar el proyecto Orión con un millón de dólares por año y lanzó oficialmente el proyecto.
A pesar de la financiación inicial, el apoyo al proyecto disminuyó a partir de finales de 1959 debido a cambios en la postura del gobierno estadounidense. El proyecto Orión fue finalmente cancelado en 1964 cuando Estados Unidos firmó un tratado de prohibición parcial de pruebas nucleares. Una de las principales razones es la preocupación por la contaminación radiactiva y las consecuencias que podría causar una explosión nuclear en el espacio.
"En muchos cohetes tradicionales, el empuje y el uso del combustible suelen ser una opción, pero el diseño de los cohetes de pulso nuclear hace que ambos sean posibles".
Las ventajas que ofrece el programa Orión son que tiene un alto empuje y un alto impulso específico (impulso específico), proporcionando 2000 unidades de impulso de propulsión en las primeras etapas del diseño, y es probable que los programas posteriores de la Fuerza Aérea alcancen impulsos específicos de 4000 a 6.000 segundos, y en la propuesta de bomba de fusión de 1968, el rendimiento podría incluso superar los 75.000 impulsos específicos, lo que permitiría a la nave espacial alcanzar velocidades de 10.000 kilómetros por segundo. El proyecto está lleno de esperanza y entusiasmo por los viajes interestelares baratos.
Aunque el proyecto Orión finalizó en 1964, su concepto central de propulsión por pulso nuclear externo continuó en otros proyectos de vuelos interestelares en el futuro. Por ejemplo, el Proyecto Daedalus y el Proyecto Longshot están diseñados con base en este principio, lo que demuestra el valor potencial de aplicación de este principio en vuelos interestelares y de superficie planetaria de alto rendimiento.
"La visión de Orión va más allá de nuestra comprensión tradicional de los viajes espaciales y podría ser la forma en que los humanos exploren el universo en el futuro".
En 1968, el análisis de Dyson sobre el uso de Orión mostró que si se pudiera aumentar aún más la velocidad de la explosión de fusión, la velocidad de propulsión potencial tendría el potencial de alcanzar datos muy sorprendentes. Aunque estas ideas están llenas de teoría, Orión claramente ha inspirado varios esfuerzos posteriores de diseño espacial. Los investigadores especulan que con la tecnología de Orión, detectar el sistema estelar más cercano ya no será un sueño.
El proyecto Orión es, sin duda, un intento audaz de desarrollar tecnología de propulsión espacial en términos de explorar capacidades específicas. Desde los requerimientos energéticos hasta las técnicas de construcción, el programa allanó el camino para futuras misiones espaciales, pero fracasó cuando crecieron las preocupaciones morales y la presión política sobre el uso de armas nucleares. Esto hace que la gente se pregunte si en el futuro los humanos podrán encontrar otras formas seguras y efectivas de lograr el gran ideal de explorar el universo.