Entre las personas, algunas se sienten extremadamente ansiosas, lo que puede deberse a un estado psicológico llamado agorafobia. La agorafobia es un trastorno de ansiedad que causa ansiedad intensa cuando un individuo cree que su entorno no es seguro y que escapar es difícil. Esto se ve a menudo en el transporte público concurrido, en centros comerciales, en lugares concurridos o incluso cuando se está solo en casa. Las personas afectadas pueden experimentar ataques de pánico que les hacen evitar a toda costa entrar en estos entornos, y en algunos casos pueden incluso impedirles salir de sus hogares.
La causa fundamental de la agorafobia puede estar relacionada con una combinación de factores genéticos y ambientales.
Las investigaciones muestran que la agorafobia a menudo es hereditaria y puede estar impulsada por eventos estresantes o traumáticos, como la muerte de uno de los padres o una agresión. Según la clasificación del DSM-5, la agorafobia se clasifica como una fobia junto con otras fobias específicas y la fobia social. En algunos casos, los pacientes con agorafobia suelen ir acompañados de problemas como depresión, abuso de sustancias e ideas suicidas. Si no se tratan, las posibilidades de curación de la agorafobia son extremadamente bajas.
Las personas con agorafobia desarrollan ansiedad en situaciones que no les resultan familiares o en las que sienten que tienen menos control. Los desencadenantes de la ansiedad pueden ser los espacios abiertos, las multitudes (ansiedad social) o los viajes, incluso distancias cortas. Los pacientes suelen evitar estos entornos y optan por permanecer en espacios familiares y controlables, a menudo sus propios hogares. Además, los pacientes que han experimentado un ataque de pánico en el pasado pueden desarrollar miedo a ese lugar porque temen volver a sufrir un ataque de pánico en público.
Cuando se enfrentan a un ataque de pánico, los pacientes pueden experimentar reacciones fisiológicas como taquicardia, sudoración y temblores, así como miedo a la muerte o pérdida de control.
Al diagnosticar la agorafobia, un profesional médico buscará síntomas que sean más graves que el trastorno de pánico. Algunos pacientes pueden desarrollar agorafobia sin antecedentes de trastorno de pánico. Las personas con agorafobia a menudo evitan rápidamente los lugares donde se sienten inseguros y pueden desarrollar gradualmente un retraimiento social severo, lo que eventualmente los lleva a una total renuencia a salir.
El método más utilizado para tratar la agorafobia es la terapia cognitivo-conductual (TCC), que produce buenos resultados en aproximadamente la mitad de los pacientes. Además, la medicación es una opción complementaria y, a menudo, incluye antidepresivos y ansiolíticos. En algunos casos, los pacientes pueden utilizar estrategias de afrontamiento positivas para afrontar la ansiedad, como afrontar gradualmente las situaciones que desencadenan el pánico mediante la terapia de exposición. Más recientemente, la tecnología de realidad virtual se ha utilizado para ayudar a los pacientes a enfrentar desafíos del mundo real en un entorno seguro.
El impacto de la agorafobia va más allá del nivel individual y causa problemas sociales generalizados. Muchos pacientes se aíslan por miedo a salir, lo que les impide funcionar social y profesionalmente por el resto de sus vidas. Esto también nos obliga a reflexionar sobre la importancia que la sociedad moderna concede a la salud mental y cómo ayudar a quienes la padecen. Si bien la atención a los problemas de salud mental continúa creciendo, muchas personas todavía enfrentan barreras para acceder al tratamiento, especialmente aquellas que no pueden salir de sus hogares.
Frente a la agorafobia y otros trastornos de ansiedad, ¿podría el apoyo cultural y social ser la clave para romper el aislamiento?