La agorafobia es un trastorno psiquiátrico y un trastorno de ansiedad caracterizado por síntomas de ansiedad intensa cuando un individuo percibe su entorno como inseguro y carece de medios de escape. Estos entornos pueden incluir el transporte público, los centros comerciales, las multitudes y las colas, o incluso estar solo fuera de casa. Los afectados pueden sufrir ataques de pánico cuando se encuentran en estas situaciones y a menudo hacen todo lo posible para evitarlos. Los casos graves pueden incluso impedir a los afectados salir de sus hogares por completo. Según las investigaciones, el desarrollo de la agorafobia suele basarse en una combinación de factores genéticos y ambientales.
La agorafobia suele estar estrechamente asociada con miembros de la familia, y los estudios han demostrado que la afección puede transmitirse genéticamente en las familias.
El desarrollo de la agorafobia a menudo tiene su origen en antecedentes genéticos, pero también puede estar relacionado con eventos estresantes o traumáticos que un individuo ha experimentado, como la muerte de un padre o una agresión. Además, el trastorno está clasificado como una fobia en el DSM-5, junto con las fobias específicas y las fobias sociales.
Según las estadísticas, alrededor del 1,7% de los adultos se ven afectados por esta enfermedad y la tasa de incidencia en mujeres es aproximadamente el doble que en hombres. La agorafobia es menos común en los niños, generalmente comienza a desarrollarse durante la adolescencia o la edad adulta temprana y aumenta en frecuencia en personas mayores de 65 años.
Las personas con agorafobia se sienten ansiosas en situaciones desconocidas, especialmente cuando sienten que faltan control. Los desencadenantes de esta ansiedad pueden incluir espacios abiertos, multitudes de personas (ansiedad social), viajes, etc. Los pacientes a menudo optan por evitar estas situaciones y permanecer en un espacio privado donde pueden controlarse, generalmente su propia casa.
Muchos pacientes informan que después de un ataque de pánico en un lugar público, su miedo a ese lugar se profundiza aún más, lo que los hace reacios a entrar en el lugar que una vez desencadenó el pánico.
Algunos pacientes pueden experimentar un ataque de pánico repentino cuando visitan un lugar donde sienten que les falta autocontrol. Los síntomas de un ataque de pánico incluyen palpitaciones, ritmo cardíaco acelerado, sudoración, temblores, náuseas, mareos y dificultad para respirar. Muchos pacientes también experimentan miedo a la muerte o preocupaciones por perder el control de sus emociones y comportamiento.
Aunque las causas de la agorafobia son complejas, la mayoría de los estudios creen que se debe principalmente a la interacción entre la genética y el medio ambiente. Además, muchas personas que sufren agorafobia suelen tener dificultades con la percepción espacial, lo que hace que se sientan abrumadas en entornos abiertos o llenos de gente.
Los estudios han demostrado que el uso a largo plazo de ciertos fármacos psicotrópicos, como pastillas para dormir y sedantes, pueden inducir agorafobia, lo que muestra un vínculo estrecho entre el abuso de sustancias y el síntoma.
Cada enfoque de tratamiento afecta a los pacientes de manera diferente y, en distintos casos, una combinación de psicoterapia y medicación suele funcionar mejor.
Influencias socioculturales y epidemiología generalLa agorafobia tiene un impacto significativo en la sociedad, especialmente dentro de las familias, donde a menudo conduce a patrones de ansiedad que se transmiten de generación en generación. Los datos epidemiológicos muestran que las mujeres son más susceptibles a este síntoma psicológico y la tasa de incidencia entre jóvenes y mayores tiene una clara tendencia al alza.
Las causas, los síntomas y el tratamiento de la agorafobia siguen siendo un tema candente en la investigación sobre salud mental. La gente no puede evitar preguntarse: ¿qué factores del entorno familiar pueden afectar la transmisión de esta enfermedad mental?