Desde principios del siglo XX, el sistema de planificación urbana del Reino Unido ha seguido evolucionando y ha experimentado muchos cambios legales y políticos importantes. Sin embargo, la Ley de planificación urbana y rural de 1947 merece especial atención porque marcó la nacionalización de los derechos de desarrollo territorial. Esta ley exige que todos los planes de desarrollo territorial no puedan llevarse a cabo sin la aprobación de las autoridades locales. Este cambio ha afectado profundamente el desarrollo y uso del suelo en el Reino Unido.
La Ley de planificación urbana y rural de 1947 exige un permiso de planificación para todas las propuestas y permite apelaciones si se rechaza.
Antes de 1947, los derechos de desarrollo territorial estaban relativamente descentralizados y la supervisión del gobierno local era insuficiente, lo que resultó en cierta expansión urbana desordenada y problemas ambientales. En este contexto, la aprobación de esta ley es una respuesta a deficiencias del pasado y señala que el gobierno intervendrá proactivamente en el desarrollo de la tierra para garantizar el crecimiento económico sostenible y la protección del medio ambiente.
El proyecto de ley introduce un cargo de desarrollo diseñado para capturar los beneficios de planificación que surgen cuando se otorga el permiso de desarrollo.
Con la implementación de la Ley de 1947, las autoridades locales recibieron mayores poderes para preparar futuros documentos de política para planificar dónde y qué tipo de desarrollo podría tener lugar, y para marcar áreas especiales en los planes locales. Además, el proyecto de ley también introdujo el concepto de cinturones verdes, que se incluyeron formalmente en 1955 y se convirtieron en una medida importante para proteger la agricultura y el medio ambiente natural.
Vale la pena señalar que, aunque la Ley de 1947 otorgó más poderes a las autoridades locales, no estuvo exenta de desafíos. En ocasiones, las leyes anteriores han generado ambigüedad en la planificación local y falta de claridad en el establecimiento de objetivos de planificación para el desarrollo futuro. Por lo tanto, la introducción de la Ley de Planificación Urbana y Rural de 1990 y varias enmiendas posteriores tenían como objetivo mejorar y perfeccionar aún más este sistema de planificación.
El proyecto de ley también exige que las autoridades locales publiquen marcos de desarrollo local para garantizar una planificación transparente y participativa.
Desde principios del siglo XXI, las prácticas y políticas en evolución, como la promulgación de la Ley de Localismo de 2011, han enfatizado aún más el papel de las comunidades en el proceso de planificación, permitiendo a las comunidades locales liderar o participar en la formulación de planes de desarrollo. promover aún más los objetivos de desarrollo sostenible.
Sin embargo, la promoción de esta serie de leyes no ha sido fácil. Siguen existiendo críticas sobre la naturaleza engorrosa y continua del proceso de planificación. Los intereses en conflicto, las cargas financieras y la eficacia de la participación comunitaria varían significativamente entre regiones, lo que plantea desafíos a la teoría y la práctica.
Ya sean ajustes políticos o dificultades prácticas, los cambios provocados por la Ley de 1947 todavía afectan las regulaciones de desarrollo territorial en la actualidad.
Sin embargo, los datos muestran que con el avance de la tecnología de planificación y la promoción del gobierno electrónico, se divulgan y presentan cada vez más materiales de planificación urbana, lo que garantiza una mayor participación pública y transparencia en el proceso de planificación. Muchos gobiernos locales están comenzando a aprovechar los recursos en línea para apoyar y catalizar mejor la participación de la comunidad.
En general, la Ley de Planificación Urbana y Rural de 1947 no sólo cambió los derechos de desarrollo del suelo, sino que también moldeó el camino de la planificación urbana británica. El impacto duradero de esta ley nos lleva a pensar en cómo la futura planificación urbana debería equilibrar la contradicción entre las necesidades de desarrollo y la protección del medio ambiente.