La discapacidad intelectual (DI), también conocida como discapacidad general del aprendizaje, suele descubrirse claramente en la infancia. Se trata de un trastorno común del desarrollo neurológico, que se caracteriza principalmente por deficiencias significativas en la inteligencia y las funciones adaptativas. Por definición, los niños con discapacidad intelectual suelen tener un cociente intelectual (CI) inferior a 70 y déficits en al menos dos conductas adaptativas, que son factores críticos que afectan la vida diaria.
Según los estándares DSM-5, las funciones intelectuales incluyen razonamiento, resolución de problemas, planificación, pensamiento abstracto, juicio, aprendizaje académico y aprendizaje a partir de la experiencia.
Los déficits en estas funciones deben determinarse mediante evaluación clínica y pruebas de coeficiente intelectual estandarizadas individuales. Las conductas adaptativas, por otro lado, incluyen habilidades sociales, de desarrollo y prácticas que las personas aprenden para realizar las tareas de la vida diaria. El funcionamiento adaptativo deficiente a menudo impide la capacidad de un individuo para vivir de forma independiente y ser socialmente responsable.
La discapacidad intelectual se puede dividir en discapacidad intelectual integral y discapacidad intelectual no sintética. La discapacidad intelectual sintética se refiere a una discapacidad intelectual asociada con otros síntomas médicos y de comportamiento, mientras que la discapacidad intelectual no sintética se refiere a una discapacidad intelectual que ocurre en ausencia de otras anomalías. Ejemplos comunes de discapacidad intelectual combinada incluyen el síndrome de Down y el síndrome de X frágil. Según datos recientes, la discapacidad intelectual afecta aproximadamente al 2-3% de la población general, y entre el 75% y el 90% tiene discapacidad intelectual leve.
En este grupo, alrededor del 30% al 50% de los casos son discapacidades intelectuales no sintéticas, y alrededor de una cuarta parte de los casos son causados por enfermedades genéticas.
Los signos de discapacidad intelectual suelen ser evidentes en la infancia e incluyen deficiencias en las capacidades mentales, sociales y de la vida diaria, y pueden quedar rezagados en comparación con sus compañeros.
Algunos signos tempranos pueden incluir:
Hay muchas características clínicas comunes entre la discapacidad intelectual y el trastorno del espectro autista (TEA), que pueden causar confusión en el diagnóstico. A menudo, la superposición de estos dos trastornos afecta la salud y la calidad del tratamiento de un individuo.
Según una investigación, alrededor del 30% de las personas con autismo también tienen discapacidad intelectual. El reconocimiento y la diferenciación adecuados de estos dos estados son fundamentales para proporcionar el tratamiento correcto.
La discapacidad intelectual tiene varias causas y en aproximadamente entre un tercio y la mitad de los casos en niños, la causa se desconoce. Otras posibles causas incluyen defectos genéticos, problemas durante el embarazo, dificultades durante el parto y exposición a sustancias nocivas. En particular, la deficiencia de yodo se considera una de las principales causas prevenibles de discapacidad intelectual y afecta a muchas poblaciones de los países en desarrollo.
Un diagnóstico de discapacidad intelectual requiere tres criterios principales: limitaciones intelectuales significativas, limitaciones significativas en el comportamiento adaptativo y evidencia de inicio en la niñez o la adolescencia. La evaluación de la inteligencia generalmente se realiza mediante una prueba de coeficiente intelectual más una evaluación integral del funcionamiento adaptativo.
Los estándares actuales de pruebas de coeficiente intelectual evalúan los niveles de inteligencia basándose en datos anteriores y consideran el funcionamiento adaptativo de un individuo en el proceso de diagnóstico.
La discapacidad intelectual se considera una discapacidad más que una enfermedad y actualmente no existe cura. Sin embargo, con el apoyo y la educación adecuados, la mayoría de las personas pueden aprender muchas habilidades y vivir de forma independiente. Muchas organizaciones brindan una variedad de apoyos, incluida capacitación en habilidades para la vida, desarrollo de habilidades sociales, capacitación vocacional, etc., para promover la independencia de las personas con discapacidad intelectual.
En todos los aspectos de la vida, se necesitan esfuerzos conjuntos de todos los sectores de la sociedad para mejorar la calidad de vida y la adaptabilidad social de estas personas. Mirando retrospectivamente lo anterior, ¿alguna vez ha pensado en cómo apoyar mejor a las personas con discapacidad intelectual?