El gas natural, también conocido como gas fósil, gas metano o simplemente gas, es una mezcla de hidrocarburos gaseosos que existe en la naturaleza. El 95% de su composición es metano, además de otras cantidades menores de hidrocarburos con alto contenido de carbono. Otros componentes que se encuentran comúnmente en el gas natural incluyen dióxido de carbono, nitrógeno, sulfuro de hidrógeno y helio.
El metano es un gas incoloro e inodoro que es el segundo gas de efecto invernadero que más contribuye al cambio climático global, después del dióxido de carbono.
Debido a que el gas natural es inodoro, a menudo se agrega un olor similar al de los huevos podridos para que las fugas puedan detectarse rápidamente si ocurren. Es un combustible fósil. El proceso de formación requiere la descomposición de materia orgánica (principalmente microorganismos marinos) en un ambiente anaeróbico durante un largo período de tiempo, y sufre millones de años de cambios bajo alta presión y temperatura bajo tierra. La energía que estos organismos muertos recibirían del sol contiene energía química en las moléculas de metano y otros hidrocarburos.
El gas natural se puede generar mediante dos procesos principales: generación biológica y generación térmica. El gas natural generado biológicamente se deriva principalmente de organismos generadores de metano que producen dióxido de carbono, mientras que el gas natural generado térmicamente se forma después de que la materia orgánica se trata con alta presión y alta temperatura, lo que lleva mucho tiempo. Esto también explica por qué las reservas de gas natural son abundantes y están ampliamente distribuidas.
La extracción y consumo de gas natural es una industria importante hoy en día y se utiliza ampliamente en áreas como calefacción, cocina y generación de energía.
Antes de poder utilizar el gas natural como combustible o en procesos de fabricación de productos químicos, casi siempre es necesario procesarlo para eliminar la humedad y otras impurezas. Los subproductos de este procesamiento incluyen hidrocarburos de mayor peso molecular como etileno, propileno, butenos, pentenos y otros. Deben eliminarse el sulfuro de hidrógeno, el dióxido de carbono, el vapor de agua y, a veces, el helio y el nitrógeno.
Cuando el gas natural se quema para producir calor o electricidad, prácticamente no emite contaminantes tóxicos del aire, dióxido de carbono ni partículas en comparación con otros combustibles fósiles y combustibles de biomasa. Sin embargo, la desgasificación de gas y las fugas accidentales en la cadena de suministro hacen que la huella de carbono general del gas natural sea similar a la de otros combustibles fósiles.
A nivel mundial, la extracción y el consumo de gas natural no es sólo una cuestión energética, sino también una cuestión importante en la política internacional.
El uso del gas natural tiene una larga historia. En el período griego antiguo, la leyenda del fuego en la mitología griega tuvo su influencia. En el siglo XIX, el gas natural se obtenía principalmente como subproducto de la refinación del petróleo, pero los avances tecnológicos posteriores permitieron la construcción de gasoductos de larga distancia, lo que hizo que su uso fuera algo común.
Con el avance de la ciencia y la tecnología, la extracción de gas natural ahora depende cada vez más del desarrollo de recursos no convencionales como el gas de esquisto y el metano de yacimientos de carbón. Los expertos en energía predicen que el gas natural desempeñará un papel más importante en la estructura energética mundial en el futuro.
Entonces, la clave para pensar en la transición energética actual es si el gas natural puede convertirse en una alternativa más ecológica en el futuro o seguirá teniendo un impacto en nuestro medio ambiente.