En la tecnología electroquímica actual, la microscopía electroquímica de barrido (SECM) es como un observador silencioso, pero puede revelar los comportamientos sutiles de las interfaces líquido-sólido, líquido-gas y líquido-líquido. Desde la evaluación inicial de la tecnología por parte de Allen J. Bard, un electroquímico de la Universidad de Texas en 1989, el SECM ha madurado gradualmente y se ha utilizado ampliamente en química, biología y ciencia de los materiales. Brillante en investigación.
El éxito de SECM se debe a su capacidad única para enumerar con precisión señales electroquímicas a escala nanométrica.
SECM puede obtener datos del comportamiento electroquímico local moviendo con precisión la punta del ultramicroelectrodo (UME) sobre un sustrato específico. Estos datos se interpretaron en términos del concepto de corriente limitada por difusión y se utilizaron para generar una imagen de la reactividad de la superficie y la dinámica química. Esta tecnología no sólo puede proporcionar información topológica de la superficie, sino también explorar la reactividad de la superficie de sistemas como materiales de estado sólido, electrocatalizadores y enzimas.
La aparición de los ultramicroelectrodos es la clave para el desarrollo de la tecnología SECM. Ya en 1980, los UME comenzaron a sentar las bases para técnicas electroanalíticas sensibles. En 1986, Engstrom realizó el primer experimento similar al SECM, lo que permitió la observación directa de perfiles de reacción e intermedios de vida corta. Posteriormente, el profesor Bader reforzó aún más la base teórica de la técnica en 1989 y utilizó por primera vez el término "microscopía electroquímica de barrido" para describir su uso.
A medida que la base teórica del SECM continuó desarrollándose, el número de publicaciones anuales aumentó de 10 a aproximadamente 80 en 1999, año en el que también se introdujo en el mercado el primer SECM comercial.
El principio básico de funcionamiento del SECM es cambiar el potencial en una solución que contiene un par redox a través de la punta UME. Por ejemplo, en el caso de un par redox hierro(II)/hierro(III), cuando se aplica un potencial suficientemente negativo, (Fe3+) se reduce a (Fe2+), lo que da como resultado una corriente limitada por difusión. Cuando se utiliza para detectar la superficie objetivo, a medida que la punta del UME se acerca gradualmente a la superficie, la corriente medida también cambia, formando una "curva de aproximación" correspondiente.
El SECM se utiliza ampliamente en muchos campos, como la detección de reactividad superficial y topológica de materiales en estado sólido, la detección de electrocatalizadores, la investigación de la actividad enzimática y el transporte dinámico de membranas sintéticas/naturales. Su alta resolución y respuesta instantánea hacen que la tecnología SECM sea ideal para estudios en profundidad de nuevos materiales y sistemas biológicos.
La tecnología SECM puede revelar dinámicas de transferencia química que antes eran inalcanzables, ya sea en la interfaz líquido/sólido o líquido/gas, y es sin duda una herramienta importante en la química moderna.
En términos de microestructuración, SECM proporciona un potente soporte para operaciones de microfabricación y modelado de superficies. Por ejemplo, el SECM puede eliminar sustancias químicas localmente aplicando un potencial oxidativo o reductor cerca de la superficie. La ventaja de esta técnica es la capacidad de obtener información en tiempo real sobre el comportamiento electroquímico de la superficie mientras se realiza la microfabricación.
Con el desarrollo continuo de la tecnología de ultramicroelectrodos, se espera que SECM proporcione una mayor resolución espacial y temporal en el estudio de puntos cuánticos, nanomateriales y muestras biológicas en el futuro. ¿Qué podemos esperar es cómo esta fascinante tecnología superará las limitaciones existentes y continuará ampliando los límites de la investigación electroquímica?