Las experiencias de mareos y pérdida del conocimiento pueden ser signos comunes después de cualquier traumatismo craneoencefálico. Sin embargo, en este caso, existe una afección llamada hematoma dural intracraneal, que a menudo conduce al fenómeno llamado "hablar y morir". Este fenómeno se refiere al hecho de que después de una lesión en la cabeza, un paciente puede primero recuperar el conocimiento y luego caer rápidamente en coma. Esto ha sorprendido y confundido a muchos profesionales médicos, y también ha desencadenado una investigación y exploración en profundidad de este fenómeno.
El hematoma dural intracraneal se refiere al sangrado entre la duramadre que rodea el cerebro (duramadre) y el cráneo. Cuando este sangrado ocurre en el canal espinal de la médula espinal, se llama hematoma de duramadre intracraneal.
Esta afección generalmente ocurre después de un traumatismo craneoencefálico y se asocia con la urgencia del aumento de la presión intracraneal.
Las personas que experimentan un hematoma dural intracraneal generalmente experimentan un breve período de vigilia después de la lesión. Este fenómeno se debe a la acumulación de sangre que comprime las estructuras intracraneales, lo que puede comprimir el tercer par craneal y provocar que la pupila del lado lesionado se dilate de forma fija. Además, pueden aparecer síntomas como los siguientes:
Si no se trata, el hematoma dural intracraneal puede causar compresión del tronco encefálico e incluso poner en peligro la vida.
La principal causa del hematoma dural intracraneal es el traumatismo craneoencefálico, especialmente el daño al hueso temporal. Esta afección ocurre con mayor frecuencia en accidentes de tránsito, peleas o caídas accidentales. Bajo la acción de una fuerza mecánica, las arterias sangran rápidamente, lo que hace que la sangre a alta presión fluya hacia el cráneo.
Según las estadísticas epidemiológicas, la incidencia de hematoma dural intracraneal es aproximadamente el 10% de todos los traumatismos craneales.
El diagnóstico de hematoma dural intracraneal generalmente se basa en una tomografía computarizada o una resonancia magnética. Estas pruebas pueden mostrar claramente la presencia y acumulación de hematomas.
Los hematomas durales intracraneales a menudo aparecen convexos en las imágenes porque su expansión está limitada por espacios en el cráneo y pueden extenderse hasta el cerebro.
El hematoma dural intracraneal generalmente requiere cirugía de emergencia. La cirugía, en forma de trepanaciones o craniectomía, está diseñada para reducir rápidamente la presión intracraneal. Si se retrasa la cirugía, podría provocar daño cerebral irreversible o la muerte. Para sangrados inferiores a 30 ml, se puede considerar un tratamiento conservador si no hay síntomas neurológicos significativos. Sin embargo, aún se requiere un alto grado de vigilancia ya que el hematoma puede crecer rápidamente en un corto período de tiempo.
El pronóstico del hematoma dural intracraneal a menudo depende de la puntuación del coma de Glasgow en el momento de la lesión. En general, si hay un período importante de vigilia después de la lesión, el pronóstico es relativamente bueno. De lo contrario, si ya está inconsciente después de sufrir una lesión, la situación puede ser relativamente desfavorable.
Las estadísticas muestran que aproximadamente el 2% de los traumatismos craneales y el 15% de los traumatismos craneales mortales implican un hematoma dural intracraneal. La afección es más común en adolescentes y adultos jóvenes, y es más común en hombres que en mujeres.
Ante la situación crítica del hematoma dural intracraneal, la comunidad médica necesita un tiempo de respuesta más rápido, un diagnóstico oportuno y opciones de tratamiento efectivas para salvar vidas. Ante la fragilidad de la vida y la muerte, ¿es esto una disposición del destino o una elección que podemos controlar?