Los líquidos en fase no acuosa (NAPL) se refieren a un tipo de contaminantes líquidos orgánicos que son relativamente incompatibles con el agua, como productos derivados del petróleo, alquitrán de hulla, disolventes clorados y pesticidas. Las estrategias de eliminación de estos contaminantes se han ampliado desde finales del siglo XX, lo que refleja directamente las crecientes preocupaciones sobre la protección ambiental y la salud pública.
Los NAPL pueden liberarse al medio ambiente a través de muchas fuentes, incluida la eliminación inadecuada de productos químicos, fugas en tanques de almacenamiento subterráneos, drenaje de tanques sépticos, etc.
A principios del siglo XX, el agua subterránea se consideraba una fuente de agua limpia y segura, y se prestaba especial atención a su suministro y uso. En general, se cree que el agua de los acuíferos subterráneos se filtra a través del suelo, eliminando así los contaminantes, lo que ha llevado a descuidar la contaminación de las aguas subterráneas. Sin embargo, con el avance de la ciencia y la tecnología, especialmente la aparición de la tecnología de cromatografía de gases, la comprensión de los problemas de contaminación de las aguas subterráneas ha mejorado significativamente, especialmente la detección y análisis de NAPL, lo que nos hace comenzar a prestar atención a sus amenazas potenciales para la salud pública. .
En 1976, un informe periodístico de las Cataratas del Niágara expuso la contaminación del suelo en el área del Love Canal y se convirtió en el foco de atención del público. Posteriormente, la indignación por la presencia generalizada de estos contaminantes y sus riesgos para la salud llevó a la aprobación de la Ley de Respuesta, Compensación y Responsabilidad Ambiental Integral (CERCLA) y la creación del Superfondo. Estos proyectos de ley no sólo cambiaron el rostro de la política ambiental sino que también aceleraron el financiamiento para la investigación sobre la contaminación de las aguas subterráneas.
Las estrategias de remediación iniciales se centraron en restaurar la calidad del agua mediante el bombeo y tratamiento del agua subterránea, conocida como estrategia de "bombear y tratar". Sin embargo, se llegó a reconocer que este enfoque no era práctico debido a los grandes volúmenes de agua que debían tratarse y a su comportamiento invasivo. Con la profundización de la investigación, cada vez más expertos comienzan a buscar soluciones innovadoras para enfrentar los desafíos de la detección y reparación de NAPL.
El comportamiento de los NAPL en la capa subterránea se ve afectado por sus propiedades físicas y químicas, así como por los materiales subterráneos. La capa subterránea generalmente se divide en dos zonas principales: la capa insaturada y la capa saturada. Los NAPL generalmente se liberan de diversas fuentes como contaminantes de fuente puntual y penetran en capas saturadas en condiciones de lluvia intensa. La complejidad de este proceso hace que el comportamiento de las NAPL sea difícil de predecir y reparar.
Los NAPL se dividen en dos tipos según su densidad: líquidos ligeros en fase no acuosa (LNAPL) y líquidos pesados en fase no acuosa (DNAPL). Los primeros flotan en la superficie del agua, mientras que los segundos tienden a hundirse en las profundidades. capas.
A medida que se profundiza la comprensión de las NAPL, las estrategias de reparación se vuelven más diversas. Las primeras estrategias de tratamiento por bombeo fueron reemplazadas gradualmente por estrategias de control que involucraban estructuras para evitar daños secundarios al medio ambiente. Además, se han desarrollado muchos métodos avanzados de detección y análisis, como la cromatografía de gases y la cromatografía líquida de alta presión, para detectar NAPL de forma más eficaz.
La recopilación de datos suele ser heterogénea y compleja, por lo que es fundamental evaluar con precisión la distribución geográfica y la distribución por fases de las NAPL.
El principal desafío en la reparación de DNAPL es que pueden penetrar profundamente en las grietas del material del suelo subterráneo, lo que requiere técnicas de ingeniería más innovadoras para su reparación. Además, la aparición de estrategias de biorremediación permite acelerar procesos naturales para reducir la presencia de NAPL en el medio ambiente.
En general, la contaminación por líquidos no acuosos no sólo tiene un grave impacto en el medio ambiente, sino que también suscita un amplio debate y reflexión en la sociedad. A medida que el medio ambiente cambia, ¿podemos encontrar una manera a largo plazo de equilibrar el desarrollo y la protección ambiental, garantizar la seguridad de las fuentes de agua sólidas y un medio ambiente de vida saludable en el futuro, y encontrar soluciones a los problemas ambientales emergentes?