Las placas amiloides, también conocidas como placas neuríticas o placas seniles, son depósitos exógenos que se encuentran principalmente en la materia gris del cerebro y están compuestas principalmente de proteína β amiloide (Aβ). La historia de cómo se descubrieron y estudiaron estas placas a lo largo del tiempo está llena de historias sorprendentes que involucran el arduo trabajo y los descubrimientos de muchos científicos.
Las placas en la materia gris fueron descritas por primera vez por Paul Block y George Marinescu en 1892, llamándolas "nódulos de esclerosis glial".
Desde entonces, las placas amiloides han sido un foco importante de la investigación de la enfermedad de Alzheimer. En 1898, Emil Redlich observó placas en tres pacientes, dos de los cuales tenían demencia clínicamente confirmada, y utilizó por primera vez el término "esclerosis de granos de arroz" para describir estas placas. A medida que otros científicos profundizaron en la enfermedad de Alzheimer, llegaron a comprender las causas de las placas y su papel en el desarrollo de la enfermedad. Alois Alzheimer relacionó por primera vez estas placas con la demencia en un informe de 1906, pero su informe se centró en marañas de fibras nerviosas y dio una descripción relativamente breve de las placas amiloides.
La naturaleza amiloide de los depósitos de placa fue propuesta por primera vez por Max Bierschowski en 1911 y luego confirmada por Paul DeVry.
A medida que la comunidad científica continúa estudiando las placas amiloides, una serie de avances tecnológicos han permitido a los investigadores identificar y analizar mejor estas placas. Estas placas amiloides están compuestas por agregados de proteínas Aβ, que normalmente tienen al menos entre 40 y 42 aminoácidos. El proceso de producción de estas proteínas implica la escisión enzimática de la proteína precursora Aβ (APP), durante la cual la proteína Aβ se libera fuera de la célula y puede desencadenar una serie de cambios patológicos.
La maduración de Aβ involucra dos enzimas, primero la β-secretasa y luego la γ-secretasa, ambas localizadas en la membrana celular.
La presencia de placas amiloides está estrechamente asociada con muchas áreas del cerebro. Por ejemplo, las placas iniciales aparecen en el neocórtex y, a medida que la enfermedad progresa, se expanden gradualmente a otras regiones importantes del cerebro, como el hipocampo y los ganglios basales. Esta progresión patológica no sólo vincula las placas amiloides con la aparición de la enfermedad de Alzheimer, sino que también aclara su importante papel en el proceso de la enfermedad.
Las placas amiloide varían en composición, desde depósitos pequeños y difusos hasta masas grandes, densas o difusas. La llamada "placa clásica" contiene un núcleo denso de Aβ-amiloide rodeado de Aβ relativamente suelto, acompañado de procesos neuronales anormales y astrocitos y microglia activados. La activación de estas células sugiere que la inflamación crónica puede estar involucrada en la formación de placas.
Estudios han demostrado que las placas amiloides son una de las dos lesiones indispensables en el diagnóstico patológico de la enfermedad de Alzheimer.
La probabilidad de desarrollar placas amiloides en el cerebro aumenta con la edad, y la proporción aumenta desde los 60 años (10%) hasta los 80 años (60%). El estudio encontró que las mujeres tienen ligeramente más probabilidades que los hombres de desarrollar placas amiloides, y la enfermedad de Alzheimer en personas con síndrome de Down a menudo está acompañada por la formación de placas amiloides. Esto se debe principalmente a que el gen APP está localizado en el cromosoma 21, y en el síndrome de Down hay tres copias de este cromosoma, lo que resulta en una producción excesiva de Aβ.
La investigación sobre las placas amiloides nunca se ha detenido, y muchos estudios de muestras humanas y modelos experimentales han demostrado claramente que las características bioquímicas de las placas amiloides están recibiendo atención y análisis continuos. Los investigadores no sólo se centran en cómo se forman y se propagan las placas amiloides, sino que también trabajan para explorar cómo se pueden detectar y prevenir en la vida. Algunas evidencias recientes sugieren que la formación de placas amiloides está directamente relacionada con el daño microvascular en el cerebro, y estas están a la vanguardia de la investigación científica.
A medida que profundizamos nuestro conocimiento sobre las placas amiloides, determinar si podemos encontrar tratamientos efectivos para detener o revertir este proceso en el futuro se convertirá en una tarea importante para los científicos. ¿Serán capaces los humanos de combatir eficazmente esta mortal enfermedad neurodegenerativa en el futuro?