Desde que Monsanto lanzó el glifosato al mercado en 1974, se ha ganado el favor de los agricultores por su importante efecto de control de malezas y su amplia aplicación. El éxito de este pesticida no se debe sólo a sus propiedades químicas, sino también a que la modificación genética de los cultivos lo ha convertido en un "arma secreta". La popularidad del glifosato ha cambiado el rostro de la agricultura moderna, permitiendo a los agricultores aumentar el rendimiento de los cultivos y al mismo tiempo controlar las malezas.
El glifosato se considera un herbicida "casi ideal" que ayuda a salvaguardar la producción mundial de alimentos.
La estructura química del glifosato le permite unirse a la 5-cetopropionilfenilalanina sintasa (EPSP sintasa), una enzima importante en las plantas, en forma de éster de fosfato, inhibiendo así la síntesis de aminoácidos en las plantas. Esto significa que el glifosato es eficaz contra las plantas en crecimiento, pero no contra las semillas que ya han germinado.
Con la promoción de los productos con glifosato, especialmente el avance de la tecnología de modificación genética, muchos cultivos se han vuelto resistentes a los efectos del glifosato, por lo que los agricultores no tienen que preocuparse por dañar los cultivos cuando aplican herbicidas. En 1996, se comercializó con éxito la primera soja genéticamente modificada resistente al glifosato (soja Roundup Ready), proporcionando a los agricultores una nueva opción.
La aparición de cultivos genéticamente modificados permite a los agricultores eliminar las malas hierbas sin afectar el crecimiento normal de los cultivos.
En 2007, el glifosato se había convertido en el herbicida más utilizado en el sector agrícola de Estados Unidos, con un uso anual de entre 1,8 y 1,85 millones de libras. Con el uso generalizado de glifosato, muchos agricultores han informado aumentos significativos en el rendimiento de los cultivos. Esto no sólo reduce la carga de trabajo que supone el desmalezado manual, sino que también promueve en cierta medida el desarrollo sostenible de la agricultura.
Sin embargo, el uso de glifosato ha causado mucha controversia. Muchos estudios han demostrado que el glifosato puede estar asociado con una variedad de problemas de salud, especialmente reacciones dañinas en el cuerpo humano. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud clasificó al glifosato como "probablemente cancerígeno para los humanos" en 2015, aunque estudios posteriores han demostrado que el riesgo cancerígeno del glifosato en sí sigue siendo controvertido.
En términos de impacto ambiental, el impacto del glifosato sobre los recursos hídricos y los ecosistemas también ha atraído cada vez más atención.
Con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, también se realizan investigaciones relevantes sobre el glifosato. Muchos expertos han pedido que se sigan recopilando y analizando datos para evaluar los efectos a largo plazo del glifosato sobre la salud humana y el medio ambiente ecológico. Los reguladores agrícolas actualizan continuamente las directrices sobre el uso de glifosato para garantizar que se utilice dentro de límites seguros.
Si bien el glifosato ha apoyado el desarrollo de la agricultura mundial y ha ayudado a mejorar significativamente la eficiencia energética, su compleja controversia nos recuerda que el progreso agrícola también proviene de la preocupación y responsabilidad constantes por el medio ambiente y la salud humana. En el futuro, ¿cómo debería la agricultura lograr un mejor equilibrio entre eficiencia y sostenibilidad?