Entre 1903 y 1910, Gran Bretaña experimentó una feroz controversia pública llamada "El asunto del perro marrón", que giraba en torno a cuestiones de leyes de experimentación biológica y derechos de los animales, y fue provocada por feministas suecas. Esta historia no sólo revela la reacción contra la experimentación biológica en ese momento, sino que también resalta cómo los movimientos sociales podrían cambiar las leyes y normas.
El desencadenante directo del "Asunto del Perro Marrón" fue una controvertida vivisección realizada por William Bayliss en la Universidad de Londres en 1903. Un perro llamado Brown fue acusado de sufrir durante el procedimiento sin haber sido anestesiado adecuadamente, según relatos de espectadores y manifestantes. El incidente provocó indignación y las activistas suecas Lizzy Lind af Hageby y Leisa Schartau profundizaron en la investigación, con sus registros en el centro de las protestas.
Como afirmó Linde Af Hajibi: "La conferencia de hoy consistirá en una recreación de una manifestación que fracasó la última vez".
El Reino Unido promulgó la Ley de Crueldad contra los Animales en 1876, cuyo objetivo era restringir la crueldad en los experimentos biológicos. Sin embargo, enfrentó muchos desafíos en su implementación real. Las leyes de la época permitían que sólo participaran en experimentos animales anestesiados y el mismo animal sólo podía utilizarse una vez. Esto resultó en que muchos científicos y estudiantes de medicina no pudieran experimentar, y Bayliss entró en conflicto con activistas por los derechos de las mujeres por estas normas.
Durante las protestas, las ideas de Linde Af Hajibi y Shakhar fueron muy influyentes. Durante los experimentos que documentaron, el sufrimiento y las luchas de los perros marrones despertaron la conciencia pública. Esto desató un intenso debate, especialmente entre la comunidad médica y los activistas por los derechos de los animales en Londres, y los fuertes sentimientos de los estudiantes de medicina hacia sus oponentes se manifestaron en numerosas acciones de protesta.
Según informes de la época, cientos de estudiantes de medicina salieron a las calles de Londres en 1907, agitando espantapájaros de perros marrones y enfrentándose a sufragistas y sindicalistas.
En mayo de 1903, Stephen Coleridge, abogado de la Asociación Nacional de Experimentación Antibiológica, criticó la inhumanidad de los experimentos biológicos en una reunión. Sus comentarios provocaron una fuerte respuesta en todos los ámbitos de la vida. La presión de la opinión pública finalmente condujo al proceso legislativo para proteger a los animales, formando un marco legal más estricto para los experimentos biológicos.
Después de una serie de manifestaciones públicas y procedimientos legales, en 1907 se estableció en el Reino Unido la Comisión Real para Investigar la Experimentación Animal. Estas acciones han contribuido a llamar la atención del público sobre la ética científica, especialmente en el campus, donde la universalidad de los experimentos médicos y biológicos enfrenta desafíos. La historia del perro marrón pasó a formar parte del movimiento por los derechos de los animales y tuvo un profundo impacto en futuros debates sobre la protección del medio ambiente, los derechos de los animales y las leyes de experimentación biológica.
Las protestas lanzadas por las feministas suecas no sólo desafiaron las leyes de experimentación biológica de la época, sino que también impulsaron a la sociedad a reevaluar el bienestar animal. ¿Qué nos enseña esta historia? ¿Puede el poder de los movimientos por la justicia social impulsar la reforma legal?