A medida que la gente moderna sigue prestando más atención a la salud, la aptitud cardiorrespiratoria (CRF) se ha vuelto más importante. CRF se refiere a la capacidad de los sistemas circulatorio y respiratorio para proporcionar oxígeno a los músculos esqueléticos durante la actividad física sostenida. Los científicos utilizan CRF para evaluar la función de los sistemas respiratorio y cardiovascular, lo que tiene un impacto directo en la salud y la longevidad durante toda la vida.
Según la Asociación Estadounidense del Corazón, los niveles bajos de CRF aumentan significativamente el riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad por todas las causas.
CRF proporciona a los profesionales médicos una herramienta para evaluar la salud del paciente a través de su indicador cuantificable, VO2 máx. De hecho, muchos estudios médicos han confirmado que la IRC es un predictor de muerte más fuerte que los factores de riesgo como el tabaquismo, la presión arterial alta, el colesterol alto y la diabetes tipo 2.
La evaluación de la IRC ha sido propuesta desde la década de 1920 por el fisiólogo británico Archibald Hill, quien propuso múltiples correlaciones entre la ingesta de oxígeno y la intensidad del ejercicio y acuñó "VO2 máx". Este término se convirtió en el principal estándar de medición para la IRC. Con el tiempo, el creciente número de estudios que relacionan el VO2 máximo con las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad demuestra aún más la importancia de este indicador.
Una serie de estudios han demostrado que la actividad física regular puede aumentar significativamente el CRF. Según una revisión Cochrane, las intervenciones de actividad física son muy efectivas para aumentar la IRC, y los aumentos de la IRC se asocian con una reducción de las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad por todas las causas. Aunque muchas formas de ejercicio (como carreras de resistencia, levantamiento de pesas, actividades físicas, etc.) son beneficiosas para la salud, el entrenamiento en intervalos de alta intensidad (HIIT) se considera particularmente eficaz para mejorar la CRF. En una revisión de la literatura de 2020, se demostró que el HIIT es eficaz para mejorar la IRC y la función cardíaca en las personas mayores, al tiempo que reduce los triglicéridos en la sangre.
La medición de la CRF generalmente se logra mediante la prueba de resistencia cardiorrespiratoria (CPET), que se considera el estándar de oro para determinar el VO2 máx. Esta prueba requiere que el individuo realice un análisis del intercambio de gases durante el ejercicio de máxima intensidad. Aunque las pruebas de resistencia cardiorrespiratoria suelen realizarse en cinta o bicicleta, no son aptas para todas las personas, especialmente para niños o adultos mayores. Por esta razón, existen otras formas de estimar indirectamente el VO2 máximo mediante pasos de ejercicio saludables.
Al calcular la edad, el sexo, el índice de masa corporal (IMC) y el nivel relativo de ejercicio de un individuo, se puede utilizar una fórmula para predecir este CRF teórico.
A medida que el cuerpo se adapta a las demandas, el sistema cardiovascular se adapta aumentando el gasto cardíaco y regulando el flujo sanguíneo y la presión arterial. El gasto cardíaco se compone de la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico. Durante el ejercicio, el gasto cardíaco aumenta debido al aumento de la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico.
Al evaluar el VO2 máximo y el CRF, los profesionales médicos no solo pueden predecir el riesgo de enfermedad sino también diseñar planes de ejercicio adecuados para que las personas maximicen su salud. Con la profundización de la investigación, es posible que en el futuro surjan orientaciones y sugerencias más completas para ayudar a más personas a mejorar su salud y aptitud cardiorrespiratoria. Sin embargo, ¿puede este conocimiento realmente transformarse en acción y qué impacto tendrá en nuestra salud y destino?