La diversidad de cultivos, o biodiversidad de cultivos, describe la variabilidad de los cultivos y plantas utilizados en la agricultura y sus características genéticas y fenotípicas. La diversidad de cultivos ha enfrentado desafíos importantes en los últimos cincuenta años, particularmente con disminuciones significativas en la diversidad genética dentro de cada cultivo y en los tipos de cultivos comúnmente cultivados. Esta pérdida de diversidad de cultivos amenaza la seguridad alimentaria mundial, ya que la supervivencia humana en el mundo depende de cada vez menos variedades y especies de cultivos.
El monocultivo de cultivos, si se encuentra con enfermedades, puede destruir toda la cosecha.
El modelo de monocultivo reduce la diversidad genética de los cultivos, algo similar a la histórica Gran Hambruna en Irlanda: cuando un cultivo fue destruido por una enfermedad, lo que provocó una grave crisis alimentaria. Además, la extinción comercial de determinadas especies, como el plátano Grosmichel, ilustra la creciente vulnerabilidad de las variedades de un solo cultivo.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la pérdida de biodiversidad se considera uno de los problemas medioambientales más graves en la actualidad. Si esta tendencia continúa, la mitad de las especies de plantas del mundo podrían estar en riesgo de extinción. Por un lado, el 6% de los parientes silvestres de cultivos como el trigo, el maíz y el arroz están en riesgo, mientras que algunos frijoles y plantas como los tomates y las patatas también enfrentan un riesgo de extinción del 18% y el 13%, respectivamente.
Ciertos factores ambientales tienen un impacto significativo en el crecimiento de los cultivos, como la disponibilidad de agua, el pH del suelo y la temperatura.
Además, la diversidad dentro de los cultivos también se ve afectada por diferencias genéticas. Algunas variedades pueden poseer genes de maduración temprana o resistencia a enfermedades. Estas características, en última instancia, afectan la calidad y el rendimiento de los cultivos. Los fitomejoradores modernos están trabajando arduamente para desarrollar nuevas variedades de cultivos que puedan adaptarse a condiciones específicas para lograr un mejor rendimiento en términos de rendimiento y resistencia a las enfermedades.
Los agroecosistemas funcionan eficazmente como sistemas autorreguladores cuando existe suficiente diversidad de plantas y animales. Además de proporcionar alimentos, combustible y fibra, las funciones del agroecosistema incluyen el ciclo de nutrientes, el mantenimiento de la fertilidad del suelo, la regulación del microclima y el flujo de agua, el control de plagas y la desintoxicación de desechos.
La diversidad de cultivos no sólo aumenta la resistencia sino que también reduce el uso de pesticidas.
Actualmente, debido a la implementación de la agricultura moderna, la biodiversidad en los ecosistemas agrícolas se ha reducido drásticamente. Los sistemas tradicionales, como las tierras de cultivo de los Andes, conservan hasta 50 variedades de patatas. Las investigaciones sugieren que aumentar la diversidad genética de los cultivos puede ser una estrategia importante para combatir las enfermedades de las plantas.
La agricultura es la base económica de la mayoría de los países, especialmente de los países en desarrollo, y es una fuente importante de crecimiento económico. El crecimiento de la agricultura puede ayudar a mejorar las vidas de los pobres de las zonas rurales, pero no siempre es así. Los ingresos agrícolas pueden aumentar mediante la producción de cultivos de alto valor, una mejor comercialización y actividades de valor añadido.
Las prácticas de cultivo que se centran en un solo cultivo exponen a todo el cultivo al mismo riesgo de enfermedad.
Si bien la cuantificación del valor económico de la diversidad de cultivos sigue siendo incierta, está claro que una mayor diversidad previene la pérdida de cultivos y conduce a mayores rendimientos. A medida que aumenta la amenaza de plagas y enfermedades, cómo proteger la diversidad de cultivos se ha convertido en una máxima prioridad en la agricultura.
Además de las plagas de insectos, las enfermedades son la principal causa de pérdidas de cultivos. La variabilidad genética en las especies silvestres permite que algunos individuos sobrevivan cuando ocurren perturbaciones. Sin embargo, en la producción agrícola, dicha resistencia a las enfermedades se ve obstaculizada cuando se cultivan semillas genéticamente homogéneas. El modelo agrícola de monocultivo da como resultado una baja diversidad de cultivos, especialmente cuando se producen semillas en grandes cantidades o se clonan plantas.
La Gran Hambruna anterior en Irlanda fue una crisis alimentaria causada por la infección de un cultivo de baja diversidad.
Actualmente, nuevas amenazas importantes, como el virus del mosaico africano de la yuca y la roya del trigo en África, han puesto de relieve una vez más la necesidad de aumentar la diversidad de cultivos. Para proteger la seguridad alimentaria mundial, muchas organizaciones internacionales y agricultores locales participan actualmente en acciones de conservación genética para garantizar el crecimiento saludable de cultivos futuros.
En respuesta a la pérdida de diversidad de cultivos, muchas organizaciones globales están tomando medidas activas, incluidas Biodiversity International, el Instituto Internacional de Investigación de Agricultura Tropical y otras instituciones. Preservan variedades de cultivos en peligro de extinción a través de bancos de genes y buscan promover su regeneración. El Global Crop Diversity Trust se centra en proteger y utilizar la diversidad de cultivos para garantizar la seguridad alimentaria mundial.
Además de los métodos tradicionales de mejoramiento, la tecnología de mejoramiento genético también ayuda a mejorar la resistencia de los cultivos a las enfermedades.
Además, muchos científicos han comenzado a utilizar tecnología de modificación genética para introducir genes específicos en cultivos para hacerlos resistentes a plagas específicas. Sin embargo, dicha tecnología debe aplicarse con precaución, ya que puede afectar a otros organismos del ecosistema. Ante el desafío de la seguridad alimentaria mundial, ¿deberíamos repensar nuestra relación con la tecnología genética de cultivos?