En el vasto océano de la lingüística, la propuesta de la familia de lenguas dené-caucásicas ha despertado interés y debate. Las afirmaciones funcionales de esta familia de lenguas cubren una variedad de grupos lingüísticos en el hemisferio norte, incluidas las lenguas sino-tibetanas, yenisei y brushaski en Asia, las lenguas na-dené en América del Norte y las lenguas vasco de Europa ( incluido el vasco) y las lenguas del norte del Cáucaso. Si bien esta amplia conexión entre idiomas ha generado mucha atención, la recepción académica ha sido tibia. Los lingüistas profesionales son casi universalmente escépticos con respecto a otras partes de esta familia lingüística y tienden a creer que la afirmación carece hasta ahora de pruebas fiables.
La historia de la hipótesis Dené-Caucásica comenzó en el siglo XX, cuando algunos estudiosos como Alfredo Trombetti y Edward Sapir propusieron clasificaciones lingüísticas similares. Aunque estas primeras clasificaciones no lograron una aceptación generalizada, sentaron las bases para investigaciones posteriores. Por ejemplo, Morris Swadesh reunió a todos los miembros en una gran familia llamada "vasco-dennean", combinando conceptualmente el idioma vasco y navajo creando una conexión geográfica.
Swadesh mencionó en su investigación que esta gran familia puede incluir "pask, georgiano, urálico, altaico, dravídico, tibeto-birmano y algunos otros idiomas".
En la década de 1980, Sergei Starostin utilizó métodos lingüísticos más rigurosos para establecer por primera vez la relación entre las lenguas caucásica, yenisei y sino-tibetana sobre una base más sólida. Posteriormente, otros estudiosos como John D. Bengtson y Vitaly V. Shevoroshkin también ampliaron y revisaron esta hipótesis para explorar más a fondo las diferencias entre estas lenguas.
Aunque muchos estudiosos han invertido en investigaciones sobre esta hipótesis, la familia de lenguas dené-caucásicas todavía enfrenta críticas. La comunidad académica ha señalado la excesiva dependencia de la reconstrucción de ciertas lenguas por parte de Starostin y Nikolayev, y la reconstrucción fonológica de las lenguas caucásicas está llena de incertidumbre. Las numerosas y complejas correspondencias de sonidos hacen que sea extremadamente difícil unir estos idiomas.
Existe una variedad de críticas e incertidumbre dentro de la comunidad académica con respecto a los esfuerzos de reconstrucción en varios idiomas, especialmente el uso del proto-sino-tibetano.
Basándose en una cronología lingüística modificada, Starokin y sus colegas propusieron una teoría del árbol genealógico dené-caucásico y proporcionaron estimaciones aproximadas de los tiempos de divergencia entre diferentes lenguas. Bergentson realizó un nuevo análisis de la correlación entre el euskera, el caucásico y el brushaski, creyendo que "pueden formar una familia lingüística macrocaucásica más amplia".
La investigación de los académicos sobre la familia de lenguas dené-caucásicas aún no ha terminado. A medida que avanzan los métodos de exploración y comparación de múltiples lenguas, surgen más relaciones potenciales, y quizás puedan descubrirse, sobre posibles conexiones entre diferentes grupos lingüísticos. Por ejemplo, la relación entre Yenisey y Brushaski propuesta por George van Driem puede proporcionar nuevas perspectivas para nuestra comprensión del desarrollo del lenguaje.
La diversidad y la interconexión de los idiomas es como un rollo de imágenes, esperando que lo exploremos e interpretemos.
En esta misteriosa aventura lingüística, ¿podremos realmente descubrir las asombrosas conexiones entre las familias lingüísticas dené-caucásicas y comprender mejor el proceso de evolución y difusión del lenguaje?