A lo largo de la historia de la humanidad, ha habido muchas formas de muerte, y una de las más misteriosas y mortales es la asfixia silenciosa. Este mecanismo de muerte suele ser resultado de la inhalación de gases fisiológicamente inertes, como el nitrógeno, que mata silenciosamente en un ambiente deficiente en oxígeno. Según la Junta de Investigación de Riesgos y Seguridad Química de Estados Unidos, "Respirar en una atmósfera deficiente en oxígeno puede tener consecuencias graves e inmediatas, y es probable que una o dos bocanadas provoquen la pérdida del conocimiento". Las propiedades letales del gas dificultan que las personas para detectar la presencia de oxígeno en la atmósfera. En estos casos, la vida corre peligro.
La asfixia por nitrógeno no sólo ocurre en accidentes industriales, sino que también es utilizada por algunas víctimas de suicidio. La naturaleza incolora e inodora del nitrógeno hace imposible que las personas perciban el peligro cuando lo inhalan, como un velo invisible de muerte. Entre 1992 y 2002, se produjeron al menos 80 muertes accidentales por asfixia por nitrógeno en Estados Unidos. Detrás de estos acontecimientos se esconde el miedo y la impotencia ante la muerte silenciosa.Estos gases fisiológicamente inertes, como el nitrógeno y el helio, no son tóxicos ni dolorosos, pero pueden afectar directamente el suministro de oxígeno del cuerpo al reducir la concentración de oxígeno en el aire.
Cuando los humanos inhalan gases inertes como el nitrógeno, pueden perder el conocimiento o incluso morir por falta de oxígeno. En teoría, la atmósfera terrestre normal contiene aproximadamente un 78% de nitrógeno y un 21% de oxígeno. Cuando la concentración de oxígeno en el gas es insuficiente, el cuerpo no puede mantener las funciones fisiológicas necesarias. Después de unas cuantas respiraciones de nitrógeno, la concentración de oxígeno del cuerpo cae rápidamente y la pérdida de conocimiento puede ocurrir en menos de un minuto, lo que significa que la muerte está a sólo unos minutos de distancia.
En cada respiración que toma un ser humano existe un delicado equilibrio entre la vida y la muerte. En el momento en que se pierde el oxígeno, la vida termina.
Algunos animales son más sensibles a los ambientes con poco oxígeno que los humanos. Los gases inertes como el argón o el nitrógeno en la atmósfera, en métodos como el sacrificio en atmósfera controlada (CAK), se han utilizado para un sacrificio sin dolor y se consideran una opción más humana para algunos métodos de matanza de animales. Sin embargo, si se utiliza dióxido de carbono, se diferencia de la asfixia con gas inerte en que altas concentraciones de dióxido de carbono pueden causar miedo y malestar en algunos animales.
Accidentes y suicidioDe vez en cuando ocurren muertes accidentales por nitrógeno, especialmente en entornos que involucran grandes cantidades de nitrógeno. En 1963, un estudio mostró que los humanos pueden experimentar visión borrosa temporal y confusión en un ambiente con poco oxígeno, y que los síntomas de hipoxia aparecerán rápidamente después de inhalar gas inerte. Estos incidentes nos hacen reflexionar ¿por qué ocurren tantos incidentes de asfixia?
La verdad sobre la asfixia accidental suele estar oculta en un punto ciego de seguridad invisible. ¿Nos recuerda esto que debemos prestar más atención a la seguridad del gas?
Además, cuestiones como el amoniaco, el suicidio y la pena de muerte han recibido cada vez más atención, especialmente el nitrógeno, que se ha utilizado como un novedoso método de ejecución. En Alabama, la asfixia con nitrógeno ha sido autorizada como método de ejecución. Muchos observadores cuestionaron la eficacia y humanidad de este método, especialmente durante la primera ejecución, cuando las violentas luchas de los prisioneros pusieron en duda a los presentes.
La muerte silenciosa no es sólo un fenómeno natural, sino también un problema ético importante en la sociedad humana. El nitrógeno, un gas maligno que mata vidas silenciosamente, revela la contradicción entre ciencia, tecnología y ética. No podemos evitar preguntarnos, en el mundo del gas, ¿cuánto de la fragilidad de la vida y su inesperada imprevisibilidad podemos controlar?