Los peces bentónicos suelen ser más densos que en el agua y pueden reposar fácilmente en el fondo marino. Su estructura corporal está adaptada al contacto cercano con el fondo marino, y las bocas de muchos peces de fondo miran hacia abajo, lo que les facilita cazar alimentos escondidos en el fondo.
En un entorno donde coexisten peces de fondo, la presencia de barro y arena es inevitable. Estos peces deben desarrollar mecanismos específicos para adaptarse al ambiente del fondo y evitar ingerir demasiado sedimento. Al alimentarse, muchos peces de fondo expulsan el exceso de arena a través de sus hendiduras branquiales para que el proceso de alimentación se desarrolle sin problemas.
La mayoría de los peces de fondo tienen vientres planos, lo que les permite descansar fácilmente en el fondo marino. Las estructuras bucales especializadas de los peces que viven en el fondo les ayudan a cazar con mayor eficacia organismos que acechan bajo la arena.
El Platanus es un pez típico que vive en el fondo. Los peces adultos tienen dos ojos en un lado de la cabeza, lo que es un cambio durante su proceso de crecimiento. A medida que pasan de la etapa juvenil a la adulta, muchas especies pierden un ojo y lo desplazan hacia el otro, lo que les ayuda a navegar mejor por el fondo marino y a cazar alimentos.
La distribución ecológica de los peces demersales está estrechamente relacionada con las características del fondo marino donde viven. A lo largo del borde de la plataforma continental, el hábitat del fondo será más diverso, lo que permitirá a estos peces prosperar en aguas entre quinientos y doscientos metros de profundidad. Estos hábitats también atraen muchas otras formas de vida marina, formando un rico ecosistema.
A medida que aumenta la profundidad, la cantidad y la diversidad de organismos que habitan en el fondo cambian gradualmente. En los ecosistemas de aguas profundas, los peces de fondo pueden adaptarse a condiciones difíciles con menos fuentes de alimento.
Cuando se trata de la captura de peces de fondo, existe una tensión entre las demandas de la pesca comercial y la necesidad de conservar estas especies. A medida que se intensifica el impacto de las actividades humanas, muchas especies de peces de fondo que alguna vez fueron abundantes han mostrado una tendencia a la baja, lo que preocupa a científicos y ambientalistas.
Muchos peces de fondo, como el bacalao y la platija, ya figuran por debajo de los límites biológicos seguros, lo que dificulta su recuperación.
Después de analizar las habilidades de supervivencia de los peces de fondo y cómo coexisten con el barro y la arena, no podemos evitar preguntarnos: a medida que las actividades humanas aumentan el impacto sobre el medio ambiente, ¿qué podemos hacer para proteger estos misteriosos e importantes fondos marinos? ¿Y qué pasa con los residentes?