El rescatador de la obstrucción biliar: ¿Cómo funciona el drenaje hepatobiliar percutáneo?

La obstrucción del conducto biliar puede provocar problemas de salud graves y el drenaje hepatobiliar percutáneo (PTHC) es una forma confiable de resolver este problema.

En la medicina moderna, el drenaje hepatobiliar percutáneo (PTHC), como técnica ligeramente invasiva, se ha convertido en un medio importante para resolver la obstrucción biliar. Con esta tecnología, los médicos pueden visualizar eficazmente la anatomía del tracto biliar y realizar las intervenciones necesarias en el conducto biliar. La historia de esta técnica se remonta a 1937, pero poco a poco se fue popularizando a partir de 1952 y se convirtió en un procedimiento clínico habitual.

Esta técnica tiene una variedad de usos, que incluyen drenar la bilis o bilis infectada para aliviar la ictericia obstructiva, insertar stents para dilatar las estenosis biliares, eliminar cálculos biliares e incluso, en algunos casos, realizar un procedimiento similar a las técnicas endoscópicas. Esta "técnica de convergencia" requiere dispositivos de orientación profesionales para garantizar el éxito de la cirugía. Además, la PTHC también se ha utilizado para estimar el drenaje de quistes hidatídicos no rotos o no complicados.

Incluso si la PTHC está prohibida en determinadas circunstancias, como cuando la tendencia hemorrágica es evidente, sigue siendo una tecnología valiosa.

Antes de considerar la PTHC, los médicos examinarán cuidadosamente la condición del paciente para asegurarse de que no existan contraindicaciones. Las contraindicaciones incluyen tendencias hemorrágicas, recuentos de plaquetas por debajo de cierto valor y casos de infección biliar, para los cuales generalmente no se recomienda la PTHC, excepto para drenaje bajo control de infección. Una vez que se determina que se puede realizar la cirugía, se utiliza un medio de contraste con baja osmolaridad.

Los pacientes ayunan durante cuatro horas antes de este procedimiento y pueden recibir antibióticos profilácticos para reducir el riesgo de infección durante la cirugía. Durante la cirugía, también es necesario controlar los signos vitales del paciente para garantizar la seguridad. El examen ecográfico es un paso importante antes del procedimiento para garantizar que el punto de punción esté marcado correctamente y poder localizar el tracto biliar con mayor precisión.

Aunque el drenaje hepatobiliar percutáneo conlleva menores riesgos que el drenaje biliar endoscópico, aún debe evaluarse con precaución.

Después de la cirugía, pueden ocurrir algunas complicaciones, incluidas reacciones alérgicas, pancreatitis y perforación del trayecto del tubo en T. Aunque la tasa de complicaciones de la PTHC es menor en comparación con el drenaje biliar endoscópico, todavía necesita atención. La tasa de éxito de la operación suele estar relacionada con el grado de dilatación de las vías biliares y el número de punciones.

El drenaje hepatobiliar percutáneo a veces se usa para tratar una cirugía biliar fallida, como cuando se han producido cambios importantes en el estómago o el intestino delgado, incluida la gastrectomía en el caso de Bill Ross tipo II. Esto complica la eliminación de algunos cálculos biliares y requiere que un médico evalúe las mejores opciones de tratamiento.

Los pacientes después de la cirugía deben ser supervisados ​​por médicos y mantener un descanso adecuado para confirmar el éxito de la cirugía.

Además, en la técnica del tubo en T, la colangiografía con tubo en T se realiza el décimo día postoperatorio para determinar la presencia de cualquier fuga o cálculos en el tracto biliar. Este procedimiento es un paso importante en el drenaje hepatobiliar percutáneo, que asegura la salud del tracto biliar a través del drenaje de las glándulas.

Aunque el drenaje hepatobiliar percutáneo es un tratamiento eficaz, es necesario evaluar cuidadosamente la salud del paciente y los riesgos asociados con el procedimiento antes de continuar. A medida que la tecnología médica siga avanzando, la PTHC seguirá desempeñando un papel clave en la vida.

Entonces, cuando nos enfrentamos a una tecnología médica tan crítica, ¿deberíamos reevaluar nuestra comprensión y actitud hacia el tratamiento de las enfermedades del tracto biliar?

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