A finales del siglo XIX en Estados Unidos, la Revolución Industrial estaba provocando un rápido aumento de la productividad, y el comienzo de todo esto fue la teoría de la gestión científica fundada por Frederick Winslow Taylor. Taylor desarrolló sus ideas sobre la gestión en la industria del acero a partir de la década de 1880, y sus ideas finalmente ganaron atención nacional en 1910 cuando el abogado Louis Brandeis las introdujo en la llamada "gestión científica". Esta teoría no sólo mejora la eficiencia económica, sino que también es un método innovador para analizar e integrar científicamente los procesos de trabajo. De esta manera, la gestión científica entró en todos los rincones de la fábrica y reformuló la forma de trabajar.
Las teorías de Taylor se centraron en mejorar la eficiencia laboral y estandarizar las mejores prácticas para garantizar que cada empleado pudiera trabajar en condiciones óptimas. Su filosofía incluye el análisis del trabajo, la programación razonable y la selección y capacitación científica de cada empleado. Estos principios no sólo cambiaron el modo en que operaba la fábrica, sino que también desarrollaron un modelo de gestión estructurado.El objetivo de la gestión científica es promover la productividad laboral eliminando el desperdicio, lo que es esencial para mejorar la eficiencia económica general.
El arte de la gestión, creía Taylor, consistía en "saber exactamente lo que quieres que hagan tus empleados y asegurarse de que lo hagan de la mejor manera y al menor coste posible".
Cuando Taylor comenzó a impulsar este cambio, la industria del acero ya era un pilar de la economía estadounidense. Taylor comenzó a trabajar como empleado en la Midvale Steel Company en 1877 y observó que el rendimiento de muchos trabajadores en ese entorno industrial estaba muy por debajo de los estándares esperados. Esto lo impulsó a comenzar a buscar métodos científicos para mejorar la eficiencia de los empleados. Propuso que los trabajadores necesitan objetivos laborales claros y un entorno laboral adecuado para completar las tareas de manera efectiva, lo que constituye una perspectiva completamente nueva para la gestión laboral.
Las ideas de Taylor evolucionaron con el tiempo. El concepto de "gestión científica" que propuso incluye cuatro principios básicos: primero, el análisis científico de todo el trabajo; segundo, la selección de los trabajadores más adecuados; luego, la provisión de educación y capacitación científicas; y finalmente, las buenas relaciones entre gerentes y trabajadores. . La promoción de estas teorías mejoró enormemente la productividad de las fábricas, pero también desencadenó protestas en algunas sociedades y trabajadores.Taylor enfatizó que una gestión adecuada permite que tanto los gerentes como los trabajadores obtengan la debida satisfacción a largo plazo.
Sin embargo, muchos trabajadores se sentían incómodos con el estilo de gestión de Taylor. Lo que Taylor llamó el "fenómeno del soldado" describía una situación generalizada en la que los trabajadores trabajaban a un ritmo más lento para conservar sus empleos. Uno de sus comentarios sugirió que esta situación reflejaba una resistencia interna que hacía que muchos trabajadores temieran la búsqueda de la eficiencia. Los dirigentes sindicales como Samuel Gompers comenzaron a expresar su oposición a la gestión científica, prediciendo que dicha gestión amenazaría los intereses de los trabajadores.
Yendo más allá, la gestión científica de Taylor no sólo busca mejorar la eficiencia de la producción, sino también formar un modelo de operación de fábrica sostenible. Con el tiempo, este modelo ha evolucionado hacia una variedad de prácticas: desde el fordismo hasta la fabricación eficiente, cada una de las cuales está comprometida con la búsqueda constante de la eficiencia y el uso óptimo de los recursos.La influencia de la gestión científica no se limita a la estructura económica actual, sino que promueve cambios en los conceptos de trabajo y avances en los métodos de producción.
Por último, aunque la gestión científica ha establecido estándares de trabajo y mejorado la eficiencia laboral en algunos aspectos, también ha suscitado preocupaciones sobre el desempleo tecnológico. A corto plazo, según la teoría de Taylor, las empresas pueden reducir la mano de obra requerida mejorando la eficiencia de la producción, lo que provocará que muchos trabajadores pierdan su empleo. Sin embargo, a largo plazo, ese progreso beneficia a la economía en general y, en última instancia, puede crear más empleos. ¿Puede la gestión científica de Taylor convertirse realmente en el elemento central de nuestra filosofía de gestión actual, o ha llegado el momento de reexaminarla?