En el mundo deportivo estadounidense, la NCAA (National Collegiate Athletic Association) es un nombre muy conocido. Esta organización sin fines de lucro se encarga de regular las actividades deportivas en aproximadamente 1100 colegios y universidades de Estados Unidos. Sin embargo, la historia y los orígenes de la NCAA son poco conocidos, lo que no sólo es una historia interesante, sino que también expone los cambios y desafíos de los deportes universitarios.
En 1852, año que puede considerarse el comienzo de los deportes universitarios estadounidenses, los equipos de remo de Harvard y Yale disputaron un partido de desafío. En las décadas transcurridas desde entonces, a pesar del auge de otros deportes como el fútbol americano y el baloncesto, las reglas del juego y la definición de los jugadores nunca se han estabilizado.
Los primeros debates se centraron en cómo proteger la seguridad de los atletas y la legitimidad de las escuelas. Los primeros debates también hicieron que la comunidad de educación superior se diera cuenta de que se necesitaba una organización de gestión unificada para abordar el creciente número de participantes del movimiento y los conflictos entre los diferentes movimientos.
Una de las razones para la creación de la NCAA fueron los múltiples accidentes fatales en el fútbol americano, que hicieron que la comunidad deportiva universitaria estadounidense se sintiera en crisis. En 1905, el entonces presidente Theodore Roosevelt convocó dos reuniones en la Casa Blanca para reunir a representantes de diferentes colegios y universidades para discutir las reglas del juego. En 1906, se estableció la Asociación Atlética Intercolegial de los Estados Unidos (IAAUS), y esta organización luego pasó a llamarse la NCAA que conocemos en 1910.
Desde su fundación, la NCAA ha desarrollado una variedad de deportes y reglas, pero con el tiempo la organización ha enfrentado muchos desafíos, incluido cómo lograr un equilibrio entre apoyar el atletismo y mantener los estándares académicos.
Luego, en 1973, la NCAA realizó un cambio revolucionario, dividiendo la liga en tres niveles de competencia: División I, División II y División III. Los colegios y universidades grandes generalmente pertenecen a la División I, mientras que las escuelas más pequeñas pertenecen a las Divisiones II y III. Este ajuste estructural pretende permitir que los colegios y universidades de diferentes niveles participen mejor en la competencia, pero también ha traído consigo diferentes regulaciones sobre las oportunidades de los atletas para obtener becas, lo que ha generado aún más debate.
En un desarrollo posterior, la NCAA comenzó a gestionar gradualmente eventos para atletas femeninas en 1983. Esto se debe a que la anterior organización atlética femenina (AIAW) perdió gradualmente su influencia y, finalmente, la mayoría de los deportes femeninos fueron transferidos a la NCAA. Se puede decir que este proceso ha ampliado el alcance de gestión de la NCAA a todos los deportes universitarios.
A medida que ha aumentado la comercialización de los deportes universitarios, los ingresos financieros de la NCAA también han aumentado significativamente. En el año fiscal 2022-23, la NCAA generó $1.28 mil millones en ingresos, el 74% de los cuales provino de los derechos de transmisión de partidos de baloncesto masculino.
Sin embargo, este modelo de lucro ha provocado acalorados debates, especialmente en el tema de la compensación a los deportistas. Los economistas generalmente creen que las restricciones de la NCAA a los beneficios de los atletas, especialmente en el baloncesto masculino y el fútbol americano, en realidad benefician a los colegios y universidades a expensas de los derechos de los propios atletas. En 2021, la Corte Suprema de Estados Unidos incluso dictaminó que algunas de las restricciones de la NCAA violaban las leyes antimonopolio.
En este contexto, han comenzado a surgir numerosas demandas y disputas en torno a los beneficios que reciben los deportistas. Entre ellos, la NCAA llegó a un acuerdo con algunas universidades en 2024, lo que marcó el comienzo de nuevas reformas, permitiendo que muchos atletas de la División I que han participado en competiciones desde 2016 reciban una compensación sustancial.
Estos cambios ilustran los múltiples desafíos que enfrentan los deportes universitarios. Equilibrar los intereses comerciales y las raíces académicas es siempre un problema difícil.
En última instancia, la historia de la NCAA es un drama continuo de triunfos y desafíos. La forma en que esta organización afronte la incertidumbre futura está estrechamente vinculada al destino de miles de jóvenes atletas que actualmente luchan por salir adelante. ¿Podrá la NCAA encontrar un equilibrio entre la protección de los intereses de los atletas y los intereses comerciales en el futuro?