En el mundo microscópico de la vida, el proceso de producción de energía de las células es la base de nuestra comprensión de las actividades de la vida. La respiración celular, como proceso central que convierte la energía química en energía biológicamente utilizable, está ampliamente presente en todos los organismos vivos. Este proceso ocurre no sólo en las plantas sino también en determinadas bacterias. Cuando exploramos por qué la respiración aeróbica es más eficiente que la respiración anaeróbica, debemos comprender cómo funciona este proceso y el papel del oxígeno del que depende.
El núcleo de la respiración celular es el uso de combustibles orgánicos (como azúcares, aminoácidos y ácidos grasos) y oxígeno para producir energía y, en última instancia, la liberación de dióxido de carbono y agua como productos de desecho.
La respiración aeróbica requiere la participación de oxígeno para producir ATP (trifosfato de adenosina), que es la principal moneda energética necesaria para las actividades celulares. Específicamente, este proceso implica varios pasos que comienzan con la glucosa, incluida la glucólisis o metabolismo aeróbico, seguidos de la descarboxilación del piruvato, el ciclo del ácido cítrico y finalmente la fosforilación oxidativa. Cada paso tiene lugar en un lugar diferente de la célula, con el objetivo final de maximizar la extracción de energía y almacenarla en ATP.
La glucólisis es un proceso en el citoplasma que convierte una molécula de glucosa en dos moléculas de piruvato y genera pequeñas cantidades de ATP y NADH. Luego, si hay oxígeno presente, el piruvato entrará aún más en las mitocondrias y se convertirá en acetil-CoA mediante el paso de descarboxilación del piruvato. El complejo de piruvato deshidrogenasa, que desempeña un papel catalítico clave, producirá dióxido de carbono y NADH.
En última instancia, los productos de la respiración aeróbica son ATP, dióxido de carbono y agua, y la liberación de energía es controlada y gradual.
A diferencia de la respiración aeróbica, el proceso de respiración anaeróbica se produce en un entorno con deficiencia de oxígeno. Cuando no hay oxígeno disponible, las células convierten el piruvato en lactato o alcohol en lugar de ingresar más a las mitocondrias. La producción de energía de la respiración anaeróbica es significativamente menor que la de la respiración aeróbica porque sólo puede obtener 2 ATP de una molécula de glucosa, mientras que el proceso aeróbico puede alcanzar un rendimiento de 28 a 38 ATP.
La respiración anaeróbica no sólo es ineficiente, sino que los metabolitos producidos también pueden afectar la función celular y el estado fisiológico.
La eficiencia de la respiración aeróbica se debe principalmente al papel del oxígeno como aceptor terminal de electrones. Esta característica permite que la energía se utilice completamente en la cadena de transporte de electrones. La respiración anaeróbica producirá ácido láctico o etanol. Si estas sustancias se acumulan, provocarán cambios en el entorno celular e inhibirán las actividades metabólicas de las células. Por lo tanto, la respiración aeróbica es más ventajosa para los organismos que requieren energía rápida para sustentar sus funciones fisiológicas.
Para las células, el oxígeno es más que un simple elemento que proporciona energía. Su existencia permite a los organismos llevar a cabo una síntesis eficiente de ATP y convertir con éxito la energía química en energía utilizable. El oxígeno es como un mago elegante, que controla el flujo de energía dentro de las células y ayuda a que la vida se reproduzca y crezca a la mayor velocidad.
El papel mágico del oxígeno encarna el milagro de la vida: impulsa a las células a convertir la energía en la forma necesaria para las actividades vitales de una manera más eficiente, permitiendo el funcionamiento continuo de los organismos vivos.
No podemos evitar pensar que en este planeta rico en oxígeno hay innumerables criaturas que dependen de la respiración anaeróbica para sobrevivir. ¿Cómo se adaptan a ese entorno y afectan el funcionamiento del ecosistema?