La respiración celular es un proceso crucial en biología, mediante el cual los biocombustibles se oxidan en presencia de aceptores de electrones inorgánicos como el oxígeno, lo que a su vez impulsa la producción de grandes cantidades de trifosfato de adenosina (ATP), que proporciona energía a las células. Este proceso ocurre en las células de las plantas y en algunas bacterias y es fundamental para el mantenimiento de la vida. Para comprender cómo las células convierten los alimentos en la energía que necesitan, echemos un vistazo más de cerca a este complejo y sorprendente proceso.
La respiración celular es un conjunto de reacciones y procesos metabólicos que ocurren dentro de las células de un organismo para convertir la energía química en ATP y liberar productos de desecho.
La respiración aeróbica requiere oxígeno para producir ATP. Aunque los carbohidratos, las grasas y las proteínas se consumen como reactivos, la primera opción para la respiración aeróbica es el piruvato producido a partir de la glucólisis. Los productos finales de este proceso son dióxido de carbono y agua, y la energía se utiliza para combinar ADP y grupos fosfato para formar ATP. La mayor parte del ATP generado mediante la respiración celular aeróbica se sintetiza mediante fosforilación oxidativa.
A menudo se menciona en los libros de texto de biología que se pueden generar aproximadamente 38 moléculas de ATP por cada molécula de glucosa oxidada, pero en realidad, debido a diversas pérdidas, el rendimiento real suele estar entre 29 y 30.
La glucólisis es una vía metabólica que se produce en el citoplasma de las células de todos los organismos. En pocas palabras, la glucólisis es la "división del azúcar", que convierte una molécula de glucosa en dos moléculas de piruvato, produciendo energía al mismo tiempo y, en última instancia, formando dos moléculas de ATP. Durante la adición de energía también se producen dos NADH.
En esta etapa, el piruvato se convierte en acetil-CoA y dióxido de carbono, catalizado por el complejo piruvato deshidrogenasa (PDC). Este proceso implica la producción de NADH, que allana el camino para el posterior ciclo de Krebs.
El ciclo de Krebs, también conocido como ciclo de Krebs, opera en un ambiente aeróbico. El acetil-CoA entra en este ciclo y se oxida, creando más NADH y FADH2. Estas moléculas participarán aún más en las actividades de la cadena de transporte de electrones, generando así ATP.
El proceso del ciclo de Krebs producirá seis NADH, dos FADH2 y dos ATP. Esta energía también se convertirá en ATP para que la utilicen las células.
En los eucariotas, el proceso de fosforilación oxidativa ocurre en la membrana interna de las mitocondrias. El establecimiento de la cadena de transporte de electrones permite la formación de un gradiente estándar de protones, que proporciona energía potencial para la síntesis de ATP. Finalmente, los electrones se combinan con el oxígeno para crear agua y proporcionar a las células la fuente de energía que necesitan.
Cuando hay falta de oxígeno, las células no pueden realizar la respiración aeróbica y se producen los productos de la fermentación. En los seres humanos, la fermentación conduce en última instancia a la producción de ácido láctico, mientras que en la levadura se produce etanol y dióxido de carbono. Aunque la producción de ATP del proceso de fermentación es mucho menor que la del proceso aeróbico, su rápida tasa de síntesis de ATP lo convierte en una estrategia de supervivencia para algunos organismos en ambientes con deficiencia de oxígeno.
En un ambiente libre de oxígeno, la fermentación permite que las células continúen con la glucólisis para generar necesidades energéticas a corto plazo.
La respiración celular es un proceso delicado y eficiente que no sólo convierte la energía de los alimentos en ATP, sino que también implica una serie de reacciones bioquímicas complejas. Ya sea respiración aeróbica o respiración anaeróbica, los respectivos procesos de conversión de energía muestran la capacidad de las formas de vida para adaptarse y sobrevivir en entornos difíciles. Este proceso no sólo sustenta nuestras actividades vitales, sino que también es la base para la supervivencia de todas las formas de vida. Entonces, ¿realmente entendemos estos complejos procesos de conversión de energía dentro de las células?