La medicina materno-fetal (MFM), también conocida como medicina perinatal, es un campo de la medicina centrado en el control de la salud de la madre y el feto durante el embarazo. Los médicos de esta especialidad se denominan especialistas en medicina materno-fetal, y continúan su formación en obstetricia y ginecología, completando normalmente cuatro años de residencia seguidos de otros tres años de beca.
Los especialistas en medicina materno-fetal realizan una variedad de procedimientos médicos, desde pruebas y tratamientos prenatales hasta cirugía.
Pueden servir como consultores en embarazos de bajo riesgo y también pueden servir como cirujano principal en embarazos de alto riesgo. Después del parto, trabajan en estrecha colaboración con un pediatra o neonatólogo para garantizar la salud tanto de la madre como del bebé.
El desarrollo de la medicina materno-fetal se remonta a la década de 1960. Los avances en la tecnología médica de la época permitieron a los médicos diagnosticar y tratar una variedad de problemas fetales en el útero. Los avances tecnológicos, como la amniocentesis y la ecografía en tiempo real, finalmente están permitiendo a los médicos intervenir más tempranamente en el curso de la salud fetal.
En 1963, Albert William Lillie realizó la primera transfusión de sangre intrauterina por incompatibilidad Rh en Australia, siendo pionero en la terapia fetal.
Además, las intervenciones que utilizan glucocorticoides para promover la maduración pulmonar han mejorado significativamente la salud de los bebés prematuros. Con la aparición de estas nuevas tecnologías, se fueron creando, una tras otra, organizaciones especializadas en medicina materno-fetal. En 1991 se celebró el primer Congreso Internacional de Medicina Perinatal y se creó la Asociación Mundial de Medicina Perinatal.
Los resultados adversos del embarazo, como la restricción del crecimiento fetal o las anomalías cromosómicas, son problemas de salud que requieren la atención de especialistas en medicina materno-fetal.
Es posible que estos especialistas también necesiten verla en diferentes momentos a medida que avanza su embarazo. Después del parto, es posible que continúen realizando un seguimiento para monitorear y gestionar los problemas de salud de la madre.
Los especialistas en medicina materno-fetal deben completar una formación general de obstetra y ginecólogo y luego recibir tres años de capacitación especializada. Su formación incluye el diagnóstico prenatal mediante ecografía, amniocentesis y toma de vellosidades coriónicas, y algunos médicos tienen formación adicional en diagnóstico fetal y tratamiento prenatal.
Los médicos profesionales en medicina materno-fetal están comprometidos a mejorar la salud y la seguridad de las madres y los bebés, y han reducido significativamente la incidencia de complicaciones del embarazo.
A medida que la medicina materno-fetal se desarrolla, este campo continúa enfrentando nuevos desafíos y los expertos en medicina materno-fetal necesitan actualizar constantemente sus conocimientos y habilidades para reducir la mortalidad materna e infantil. De hecho, las tasas de mortalidad materna e infantil han disminuido más de un 23% desde 1990.
En la actual tecnología médica de rápido avance, los expertos en medicina materno-fetal están realizando muchos estudios nuevos, incluida la terapia con genes fetales y células madre, cirugía fetal abierta, etc., destinados a tratar enfermedades genéticas en una etapa temprana y corregir defectos congénitos. El avance continuo de la tecnología médica sin duda ofrece más posibilidades para el futuro de la medicina materno-fetal y de la salud maternoinfantil.
Ante estos desafíos, ¿cómo pueden los especialistas en medicina materno-fetal desempeñar un papel más importante en la promoción de la salud materna e infantil en el cambiante entorno médico?