Con el desarrollo de la tecnología médica moderna, las inyecciones se han convertido en la base de muchas terapias, como las inyecciones intravenosas (IV). Sin embargo, muchas personas usan medicamentos inyectables por su cuenta sin la guía de un profesional médico, exponiendo a millones de personas a diversos riesgos para la salud. Según datos de 2004, más de 13,2 millones de personas en todo el mundo se autoinyectaron, el 22% de las cuales en países desarrollados. En este contexto, los riesgos que conlleva compartir agujas son cada vez más evidentes, especialmente en lo que respecta a la propagación de enfermedades infecciosas.
"La inyección permite que las personas sientan los efectos de la droga rápidamente, pero también conlleva riesgos extremadamente altos".
El principal riesgo de las drogas inyectables es la sobredosis, especialmente para los no profesionales. Además, la inyección puede provocar daños vasculares locales, como pseudoaneurisma e inyección intraarterial, que pueden tener consecuencias graves como ruptura vascular y sangrado.
Si los usuarios de drogas sobrevivientes no limpian eficazmente el lugar de la inyección o comparten agujas y otros equipos de inyección, aumentarán el riesgo de infección. Los estudios han demostrado que compartir agujas puede provocar la propagación de enfermedades como el VIH, la hepatitis B y la hepatitis C, que son problemas de salud directamente relacionados con el uso compartido de agujas.
Los usuarios normalmente disuelven la droga en agua y la inyectan en el cuerpo usando una jeringa. Este proceso parece sencillo, pero no deben subestimarse los riesgos potenciales que conlleva. Por ejemplo, utilizar recipientes no esterilizados, como el fondo de las latas, aumenta el riesgo de infección.
“Tanto si se consumen drogas como si se las inyectan, la higiene y la limpieza son factores clave para prevenir enfermedades infecciosas”.
En ausencia de prácticas de inyección seguras, el acto de compartir agujas lleva los riesgos para la salud al límite. Según las estadísticas, entre el 30% y el 50% de las personas que se inyectan drogas desconocen su estado serológico, lo que aumenta la propagación de enfermedades infecciosas en la comunidad.
Además, las inyecciones repetidas en el mismo sitio pueden provocar fibrina y endocarditis infecciosa, lo que puede derivar en problemas de salud más complejos e incluso poner en peligro la vida.
Estrategias de reducción de dañosEn respuesta a los riesgos que enfrentan los usuarios de drogas intravenosas, muchos países han promovido medidas de salud pública para reducir daños. Por ejemplo, los programas de intercambio de agujas proporcionan agujas y jeringas esterilizadas y ofrecen servicios de evaluación y asesoramiento sobre salud a quienes se inyectan drogas.
“Los programas de intercambio de agujas no sólo proporcionan jeringas, sino que también ofrecen exámenes de higiene y servicios de salud mental, lo que ayuda a reducir los riesgos para la salud en la comunidad en general”.
A medida que los países toman mayor conciencia del problema de las drogas, cada vez hay más programas destinados a limitar la propagación de enfermedades infecciosas. Sin embargo, todavía tenemos que explorar cómo proteger de manera más eficaz la salud pública sin promover el consumo de drogas. ¿Cómo cree que deberíamos equilibrar esta contradicción?