En el tema de la salud dietética, las aflatoxinas son sin duda un tema de gran preocupación. Se ha demostrado que esta toxina producida por ciertos mohos, como Aspergillus flavus y otras especies relacionadas, es un fuerte carcinógeno y mutágeno. Según el USDA, estas toxinas son las micotoxinas más conocidas y mejor desarrolladas del mundo. No sólo están presentes en nuestros alimentos, sino que también pueden estar ocultos en muchos cultivos y alimentos comunes.
Las aflatoxinas provienen de una amplia gama de fuentes y casi todos los cultivos y alimentos pueden convertirse en caldos de cultivo para ellas.
La aflatoxina crece principalmente en el suelo, las plantas en descomposición y diversos alimentos, incluidos el maíz, el maní, el café, el trigo, el arroz, etc. Cuando estos alimentos contaminados se procesan o se comen, las aflatoxinas ingresan a la cadena alimentaria. Estas toxinas no sólo son dañinas para los humanos, sino que también pueden afectar a los animales agrícolas en su alimentación e incluso pueden propagarse aún más a través de los lácteos y la carne.
Las investigaciones han descubierto que los niños son particularmente susceptibles a los efectos de las aflatoxinas, y la exposición puede provocar la supresión del sistema inmunológico, retraso en el crecimiento, retraso en el desarrollo e incluso un mayor riesgo de cáncer de hígado. En el caso de los adultos, aunque tienen una mayor tolerancia a este tipo de sustancias nocivas, todavía no están fuera de riesgo. Esto significa que, independientemente de la edad, todas las especies pueden verse afectadas por las aflatoxinas.
La aflatoxina es una de las sustancias más cancerígenas conocidas. Después de ingresar al cuerpo humano a través de la digestión, será metabolizada por el hígado.
Los diferentes tipos de aflatoxinas, incluidas las aflatoxinas B1, B2 y M1, etc., tienen diferentes efectos sobre la salud, que están estrechamente relacionados con el entorno en el que se encuentran y el grado de exposición a largo plazo. Especialmente bajo la influencia del cambio climático, la contaminación por aflatoxinas en el maíz y otros cultivos se ha vuelto cada vez más grave.
Las medidas preventivas efectivas incluyen mantener la higiene de los alimentos y la detección temprana de granos contaminados para reducir los riesgos en la cadena de suministro de alimentos. Fortalecer la educación agrícola y dietética es particularmente importante en algunos países de ingresos bajos y medianos, donde los sistemas de control de alimentos a menudo no son lo suficientemente sólidos.
Las investigaciones muestran que los métodos adecuados de secado y almacenamiento de granos pueden reducir significativamente la posibilidad de contaminación por aflatoxinas.
Ante la amenaza oculta de las aflatoxinas, la eficacia de las medidas correctivas proviene de una gestión y manipulación adecuadas. En ausencia de un antídoto específico, el apoyo sintomático basado en la gravedad de la enfermedad es sin duda una dirección importante en la comunidad médica actual.
Muchos alimentos comunes, como los productos que contienen mantequilla de maní, maíz o productos lácteos, pueden contener aflatoxinas. En 2021, algunas marcas importantes de comida para perros en Estados Unidos fueron retiradas del mercado debido a la detección de aflatoxinas mortales, lo que provocó la muerte de una gran cantidad de animales.
Estos incidentes no sólo resaltan los peligros de las aflatoxinas, sino que también recuerdan a los consumidores que deben ser más cautelosos al elegir los alimentos. De hecho, el contacto y el seguimiento a largo plazo son cruciales para detectar de antemano los peligros de las aflatoxinas, y todavía hay muchos estudios relacionados en marcha.
La mejor manera de prevenir las aflatoxinas es ser más consciente de las fuentes de alimentos y los métodos de manipulación.
A medida que se profundiza gradualmente el conocimiento sobre las aflatoxinas, la gente puede empezar a pensar: ¿cuántos riesgos ocultos nos esperan para explorar y gestionar en nuestra dieta diaria?