El glioblastoma representa el 15% de todos los tumores cerebrales y, según las investigaciones, se desconoce la causa de la mayoría de los casos.
El diagnóstico de glioblastoma generalmente requiere una combinación de tomografía computarizada (TC), resonancia magnética (RM) y una biopsia de tejido. Aunque existen muchas opciones de tratamiento, incluida la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia, la supervivencia media de los pacientes suele ser de sólo 10 a 13 meses, y más del 90% de los pacientes acabará recayendo.
Los síntomas clínicos comunes del glioblastoma incluyen convulsiones, dolores de cabeza, náuseas y vómitos, pérdida de memoria y cambios en el estado de ánimo o la concentración que pueden ocurrir en pacientes sometidos a tratamiento. La ubicación del tumor puede afectar los tipos de síntomas que se presentan. Aunque los síntomas rara vez se presentan, el tumor a menudo crece lo suficientemente rápido como para pasar desapercibido hasta que los síntomas se hacen evidentes.
Factores de riesgo y causasSi bien las causas específicas del glioblastoma no se comprenden por completo, los factores de riesgo conocidos incluyen la exposición a la radiación ionizante y ciertos síndromes genéticos como la neurofibromatosis y el síndrome de Li-Fraumeni. Estos factores de riesgo son doblemente preocupantes para algunas personas porque el glioblastoma a menudo parece desarrollarse sin signos de advertencia obvios.
Los estudios muestran que la incidencia del glioblastoma es de aproximadamente 3 por cada 100.000 personas cada año.Fisiopatología
Los glioblastomas surgen de los astrocitos, células del cerebro que sostienen a las neuronas. Los tumores generalmente se forman en la sustancia blanca del cerebro, crecen rápidamente y pueden alcanzar un gran tamaño antes de causar síntomas. Una vez cancerosas, estas células pueden propagarse fácilmente a lo largo de vías existentes dentro del cerebro y afectar áreas que antes no estaban involucradas.
Los glioblastomas a menudo se presentan como lesiones realzadas en anillo en la resonancia magnética; esta característica no es específica, ya que otras lesiones como abscesos o tumores metastásicos también pueden mostrar hallazgos similares. El diagnóstico definitivo generalmente requiere una biopsia estereotáctica o una resección del tumor, y el diagnóstico correcto sólo puede realizarse después de la confirmación patológica.
El tratamiento del glioblastoma es complejo y enfrenta múltiples desafíos, incluida la resistencia de las células tumorales a las terapias tradicionales. La cirugía es la primera etapa del tratamiento. Al extirpar el tumor, se puede reducir la presión cerebral del paciente y, en consecuencia, la frecuencia de las convulsiones epilépticas. La radioterapia y la quimioterapia después de la cirugía pueden mejorar eficazmente la tasa de supervivencia; sin embargo, en el caso del glioblastoma, el riesgo de recurrencia sigue siendo muy alto.
En general, aunque las opciones de tratamiento actuales para el glioblastoma han mejorado significativamente la supervivencia, los pacientes aún enfrentan muchos desafíos. Aunque la ciencia y la tecnología siguen avanzando, aún necesitamos seguir explorando y pensando en cómo abordar de forma más efectiva los posibles desafíos futuros de este tumor altamente agresivo.