Desde el nacimiento de la primera pantalla electrónica, el tubo de rayos catódicos (CRT), en 1897, la tecnología de las pantallas ha experimentado cambios considerables y gradualmente ha afectado profundamente nuestra vida cotidiana y nuestra cultura. En 2098, la pantalla no es sólo una ventana de entretenimiento, sino también el centro de nuestro aprendizaje, trabajo e interacción. Esta serie de cambios no sólo refleja el progreso de la tecnología, sino que también expone el profundo impacto del uso de pantallas en nuestras vidas.
"La pantalla ha pasado de ser una innovación humana a una dependencia humana."
CRT se comercializó a principios del siglo XX y dominó el mercado durante las siguientes décadas. Sin embargo, a medida que avanzaba la tecnología, el auge de las pantallas de cristal líquido (LCD) planteó un desafío para los CRT a principios de la década de 2000. Estas nuevas pantallas no sólo son más pequeñas y ligeras, sino que también son más eficientes energéticamente. Alrededor de 2007, la aparición de los teléfonos inteligentes redefinió la forma en que utilizamos las pantallas, haciendo que la información sea accesible en cualquier momento y lugar. Para 2023, el 85% de los adultos estadounidenses tendrán un teléfono inteligente, lo que demuestra cuán omnipresentes se han vuelto las pantallas en la vida moderna.
En las últimas décadas, la investigación sobre el "tiempo frente a la pantalla" ha aumentado, especialmente en el campo del desarrollo infantil. El vínculo entre el tiempo frente a la pantalla y la salud mental, la calidad del sueño y las habilidades sociales preocupa a los padres y educadores sobre cómo gestionar adecuadamente el tiempo que los niños pasan frente a la pantalla. Las investigaciones muestran que el uso excesivo de pantallas está estrechamente relacionado con problemas de salud mental como la falta de sueño, la ansiedad y la depresión.
"Se ha demostrado que el tiempo excesivo frente a la pantalla está directamente relacionado con el desarrollo cognitivo y los problemas de conducta de los niños."
Durante la epidemia de COVID-19 de 2020, el distanciamiento social y las órdenes de quedarse en casa obligaron a las personas a depender de las pantallas para trabajar y estudiar, lo que aumentó aún más el tiempo frente a las pantallas. Los expertos piden que después de la pandemia se limite el tiempo frente a la pantalla y se adopten estilos de vida más saludables para compensar las consecuencias negativas.
Además de sus conocidos efectos psicológicos, el tiempo frente a una pantalla tiene consecuencias negativas para la salud humana. El uso prolongado de pantallas se asocia con un mayor riesgo de obesidad y tiene un impacto particularmente significativo en la calidad del sueño. Los expertos señalan que la influencia de la luz azul imposibilita dormir adecuadamente, formándose así un círculo vicioso.
"El uso de luz azul frente a la pantalla afectará la secreción de melatonina del cuerpo, lo que afectará el sueño".
El desarrollo de la cultura y la tecnología se promueven mutuamente. A medida que las pantallas se vuelven más populares, la forma en que consumimos cultura está cambiando. El auge de las redes sociales ha revolucionado la forma en que las personas interactúan. Aunque esto ha facilitado la comunicación hasta cierto punto, el impacto en la generación más joven parece ser más complicado, especialmente en términos de habilidades sociales y sentido de autoestima.
En el contexto de la evolución continua de la tecnología de la información, cómo nuestro uso futuro de las pantallas afectará todos los aspectos de la sociedad, ya sea la salud física y mental o los patrones de comportamiento, es un tema que merece un debate en profundidad.
Hoy en día, la historia y el futuro de las pantallas están más profundamente entrelazados en nuestras vidas, lo que nos hace preguntarnos: a medida que la tecnología cambia nuestras vidas de maneras que nunca previmos, ¿cómo podemos adaptar y aplicar estos cambios para promover un futuro mejor y de buena calidad? de vida y salud mental?